Mejunje de calabaza

[Amedama Daruu]

Daruu desaprobó con la cabeza.

—No, Yota-kun. Creo que mi familia tiene razón. Debo moderarme. Si lo hubiera hecho la última vez, el nombre de Amegakure no se hubiera manchado tanto.

Se despidió con la mano.

»Hasta luego, Yota-kun. —Daruu cerró la puerta, y suspiró.

—Mira que eres bruto a veces...

—Pero que el cabrón seguía recordando lo de la araña a mi madre. Le ofrecemos quedarse y suelta esa burrada. Pues claro que no queríamos su puta araña aquí dentro, coño. Decía que se quedara él y luego ya se fuera con su madre o con quien él quisiese.

—Encima creo que no ha probado ni un bollito. Qué maleducado.