8/12/2018, 03:45
(Última modificación: 8/12/2018, 03:46 por Uchiha Datsue.)
Cortante. Demoledor. Implacable. Si algo no había cambiado el Bautismo Draconiano en Kaido, eso era su habitual gusto por ir directo al grano. Sin contemplaciones ni adornos.
Muñeca tuvo que reprimir el llanto.
—Mentís… ¡Todos mentís! ¡Queréis verme caer! ¡Pues…!
—Cállate… Ya. —Para Muñeca tuvo el mismo efecto que si le pegase una bofetada. Ryū respiraba hondo, tratando de serenarse. De recuperar el control. Su voz casi sonó templada—. ¿Qué hacía en prisión?
Kyūtsuki se encogió de hombros.
—No pude averiguarlo. Pero llevaba allí un buen tiempo. Y no, antes de que preguntes, no pude matarlo. Me reconoció, ¿sabes?
—¡Juuujujuju! Quién diría que alguien podría. —Pero su risa pronto pasó a la furia—. No es por ser capullo. Yo quiero verle muerto tanto como vosotros, pero tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos que esa venganza. ¿No creéis?
—¿Venganza, Shaneji? —Ryū se inclinó hacia adelante, y la sombra que proyectó de los focos fue tan grande que alcanzó la figura del Hozuki—. Nunca se trató de eso. Nos dejó en ridículo. Nos hizo sangrar, ¡a vista de todo el mundo! —rugió, y las estalagmitas temblaron de nuevo—. ¡Para la gente de ahí afuera, nosotros somos dioses! ¡Nos temen como tal! Pero, ¿qué tipo de dioses somos si sangramos como mortales? ¿Qué tipos de dioses somos si no respondemos con contundencia a los que nos humillan? ¡Se trata de mantener el respeto, Shaneji! ¡No de algo tan banal como una venganza!
—Eh, ¡ni se te ocurra tomarla conmigo! —le espetó, levantándose él también—. ¡Fue tu jodida cría quien la cagó!
—No… me… llames… así. —La palma de Muñeca, sobre la mesa; el antebrazo de Shaneji, sobre el canto de la madera. Y en menos de un suspiro, el Hozuki salió despedido hacia atrás como si un rayo le hubiese caído encima.
—¡Jodida…! —Shaneji se levantó y desenvainó su arma.
—¿Voy a ver sangre en esto, Shaneji?
Ploc. Ploc. Ploc.
—Eso pensaba. —Relajó su puño. Volvió a sentarse. Miró a Kaido—. ¿Cómo sabías de la chapuza?
Muñeca tuvo que reprimir el llanto.
—Mentís… ¡Todos mentís! ¡Queréis verme caer! ¡Pues…!
—Cállate… Ya. —Para Muñeca tuvo el mismo efecto que si le pegase una bofetada. Ryū respiraba hondo, tratando de serenarse. De recuperar el control. Su voz casi sonó templada—. ¿Qué hacía en prisión?
Kyūtsuki se encogió de hombros.
—No pude averiguarlo. Pero llevaba allí un buen tiempo. Y no, antes de que preguntes, no pude matarlo. Me reconoció, ¿sabes?
—¡Juuujujuju! Quién diría que alguien podría. —Pero su risa pronto pasó a la furia—. No es por ser capullo. Yo quiero verle muerto tanto como vosotros, pero tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos que esa venganza. ¿No creéis?
—¿Venganza, Shaneji? —Ryū se inclinó hacia adelante, y la sombra que proyectó de los focos fue tan grande que alcanzó la figura del Hozuki—. Nunca se trató de eso. Nos dejó en ridículo. Nos hizo sangrar, ¡a vista de todo el mundo! —rugió, y las estalagmitas temblaron de nuevo—. ¡Para la gente de ahí afuera, nosotros somos dioses! ¡Nos temen como tal! Pero, ¿qué tipo de dioses somos si sangramos como mortales? ¿Qué tipos de dioses somos si no respondemos con contundencia a los que nos humillan? ¡Se trata de mantener el respeto, Shaneji! ¡No de algo tan banal como una venganza!
—Eh, ¡ni se te ocurra tomarla conmigo! —le espetó, levantándose él también—. ¡Fue tu jodida cría quien la cagó!
—No… me… llames… así. —La palma de Muñeca, sobre la mesa; el antebrazo de Shaneji, sobre el canto de la madera. Y en menos de un suspiro, el Hozuki salió despedido hacia atrás como si un rayo le hubiese caído encima.
—¡Jodida…! —Shaneji se levantó y desenvainó su arma.
—¿Voy a ver sangre en esto, Shaneji?
Ploc. Ploc. Ploc.
—Eso pensaba. —Relajó su puño. Volvió a sentarse. Miró a Kaido—. ¿Cómo sabías de la chapuza?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado