9/12/2018, 13:47
—Fantasmas... lo que hay que oír —rezongó Zetsuo negando con la cabeza mientras se dirigían de camino al puerto, y tratando de no pensar en que, si Ayame hubiera estado allí con ellos, ella sí se habría creído aquellas milongas sobre "El Fantasma de la Niebla". Es más, era probable que incluso hubiera tenido pesadillas con ello durante varias noches. Aún recordaba cuando se le había ocurrido la feliz idea de colarse en la Torre de la Academia de noche porque había oído rumores de que había fantasmas allí.
Como era de esperar en una capital como era Yamiria, el puerto se encontraba completamente atestado a aquellas horas de la mañana. Pescadores, mercaderes, compradores o simples paseantes iban de aquí para allá, sin un rumbo fijo y establecido. El olor a mar y a pescado lo inundaba todo, así como el susurro de las olas del mar interrumpido por el constante murmullo de las conversaciones que les rodeaban. De vez en cuando alguna voz se alzaba sobre el resto, anunciando sus siempre frescos productos. En el mar, en los casi interminables diques, se acumulaban barcos pesqueros, barcos mercantes e incluso barcos de transporte.
—Eh, mirad —Daruu señaló a uno de los ferrys—. En aquél hay gente emba...
Sin embargo, antes de que pudiera terminar de hablar, un mercader se atrevió a abalanzarse sobre Daruu, prácticamente poniéndole un pez a escasos centímetros de su rostro.
—¡PRUEBA MIS SUCULENTOS BESUGOS, CHICO! ¡NO ENCONTRARÁS NADA MEJOR EN TODO EL OCÉANO!
Como era de esperar en una capital como era Yamiria, el puerto se encontraba completamente atestado a aquellas horas de la mañana. Pescadores, mercaderes, compradores o simples paseantes iban de aquí para allá, sin un rumbo fijo y establecido. El olor a mar y a pescado lo inundaba todo, así como el susurro de las olas del mar interrumpido por el constante murmullo de las conversaciones que les rodeaban. De vez en cuando alguna voz se alzaba sobre el resto, anunciando sus siempre frescos productos. En el mar, en los casi interminables diques, se acumulaban barcos pesqueros, barcos mercantes e incluso barcos de transporte.
—Eh, mirad —Daruu señaló a uno de los ferrys—. En aquél hay gente emba...
Sin embargo, antes de que pudiera terminar de hablar, un mercader se atrevió a abalanzarse sobre Daruu, prácticamente poniéndole un pez a escasos centímetros de su rostro.
—¡PRUEBA MIS SUCULENTOS BESUGOS, CHICO! ¡NO ENCONTRARÁS NADA MEJOR EN TODO EL OCÉANO!