9/12/2018, 16:02
Si hubiese sido el filo de una espada lo que aquél desgraciado hubiese colocado frente a nuestro Daruu, el muchacho hubiese reaccionado con menos presteza. Como una serpiente, se deslizó hacia atrás siseando y esquivando luego hacia un lado, sorteándolo por completo.
—Vete a vender tu pez de mierda a alguien a quien aprecie la mediocridad, payaso —espetó injustamente, mirando por encima del hombro, y apretó el paso.
El capitán del barco, un hombre rollizo y rubio, era el qie también se encargaba de los pasajes. Tuvieron que hacer algo de cola, pero finalmente consiguieron embarcar. De milagro, cabe decir, por los gritos de la enfurecida mujer que, justo detrás de ellos, se había quedado a un solo puesto de disfrutar de sus vacaciones.
Daruu no podía sentir ni una pizca de pena por ella. Llámenle monstruo, pero el deber acuciaba.
—El tipo ha dicho que sólo quedan dos camarotes disponibles —dijo Daruu—. ¿Compartís uno vosotros, me imagino?
Era un barco grande, relativamente hablando. No era un crucero, pero sí un navío que acostumbraba a cubrir la distancia entre los dos países con muchos, muchos visitantes de un lado y de otro.
—Vete a vender tu pez de mierda a alguien a quien aprecie la mediocridad, payaso —espetó injustamente, mirando por encima del hombro, y apretó el paso.
El capitán del barco, un hombre rollizo y rubio, era el qie también se encargaba de los pasajes. Tuvieron que hacer algo de cola, pero finalmente consiguieron embarcar. De milagro, cabe decir, por los gritos de la enfurecida mujer que, justo detrás de ellos, se había quedado a un solo puesto de disfrutar de sus vacaciones.
Daruu no podía sentir ni una pizca de pena por ella. Llámenle monstruo, pero el deber acuciaba.
—El tipo ha dicho que sólo quedan dos camarotes disponibles —dijo Daruu—. ¿Compartís uno vosotros, me imagino?
Era un barco grande, relativamente hablando. No era un crucero, pero sí un navío que acostumbraba a cubrir la distancia entre los dos países con muchos, muchos visitantes de un lado y de otro.