9/12/2018, 20:48
(Última modificación: 9/12/2018, 20:48 por Amedama Daruu.)
Esta vez, Zetsuo no tenía los mismos planes.
—No. Seréis vosotros quienes compartáis camarote —respondió, señalando tanto a Kōri como a Daruu, sin dar mayores explicaciones. Entonces hizo una seña, indicándoles que le acompañaran—. Pero antes ayudadme a desempacar mis cosas.
Daruu enarcó una ceja, extrañado. ¿Cuáles podrían ser los motivos que habrían llevado a Zetsuo a hacer que los dos jóvenes durmieran juntos? ¿Era, quizás, que ellos dos se habían peleado también? ¿Era... que no se fiaba del propio Daruu? «No, después de lo que hice con mamá, es imposible que no se fie de mi. Incluso ese viejo huraño. Debe de ser otra cosa...» Y entonces cayó en la cuenta: ¿tenía miedo de que Kiroe se apareciese en medio de la noche y redujese a Daruu? Con el jounin del hielo a su lado, quizás tendría mayor oportunidad.
Suspiró. Comprobaría su ropa al entrar al camarote. Si había alguna marca de sangre, se ocuparía de destruirla pero bien destruída.
Kori y Daruu siguieron a Zetsuo hasta su camarote. Allí, lejos de ayudarle a desempacar sus cosas, como había dicho incialmente, el veterano águila lanzó sus cosas de mala manera y se sentó en una de las camas; les ordenó que ellos tomaran asiento en la otra. Ah, una conversación seria. Se trataba de eso.
—Bien, ¿y ahora qué? Hasta ahora hemos venido siguiendo el rastro con ayuda de los perros, pero ya no contamos con ellos. ¿Alguna idea sobre cómo proceder a partir de aquí? Porque barrer una por una todas las jodidas Islas del Té y todas las jodidas islas del País del Agua no es una opción viable.
—Sí, ¿pero qué otra opción tenemos si no? —dijo Daruu—. Primero tendremos que investigar el País del Agua. Este barco se dirige hacia allí directamente, al fin y al cabo...
»Otra cosa es cómo lo vamos a hacer. Por mucho que me disguste la idea de separarnos, creo que deberíamos ir cada uno en un pájaro y peinar la isla en busca de cualquier cosa sospechosa. Si alguien la ha retenido... yo que sé, campamentos, prisiones improvisadas en torreones. Cualquier cosa.
—No. Seréis vosotros quienes compartáis camarote —respondió, señalando tanto a Kōri como a Daruu, sin dar mayores explicaciones. Entonces hizo una seña, indicándoles que le acompañaran—. Pero antes ayudadme a desempacar mis cosas.
Daruu enarcó una ceja, extrañado. ¿Cuáles podrían ser los motivos que habrían llevado a Zetsuo a hacer que los dos jóvenes durmieran juntos? ¿Era, quizás, que ellos dos se habían peleado también? ¿Era... que no se fiaba del propio Daruu? «No, después de lo que hice con mamá, es imposible que no se fie de mi. Incluso ese viejo huraño. Debe de ser otra cosa...» Y entonces cayó en la cuenta: ¿tenía miedo de que Kiroe se apareciese en medio de la noche y redujese a Daruu? Con el jounin del hielo a su lado, quizás tendría mayor oportunidad.
Suspiró. Comprobaría su ropa al entrar al camarote. Si había alguna marca de sangre, se ocuparía de destruirla pero bien destruída.
Kori y Daruu siguieron a Zetsuo hasta su camarote. Allí, lejos de ayudarle a desempacar sus cosas, como había dicho incialmente, el veterano águila lanzó sus cosas de mala manera y se sentó en una de las camas; les ordenó que ellos tomaran asiento en la otra. Ah, una conversación seria. Se trataba de eso.
—Bien, ¿y ahora qué? Hasta ahora hemos venido siguiendo el rastro con ayuda de los perros, pero ya no contamos con ellos. ¿Alguna idea sobre cómo proceder a partir de aquí? Porque barrer una por una todas las jodidas Islas del Té y todas las jodidas islas del País del Agua no es una opción viable.
—Sí, ¿pero qué otra opción tenemos si no? —dijo Daruu—. Primero tendremos que investigar el País del Agua. Este barco se dirige hacia allí directamente, al fin y al cabo...
»Otra cosa es cómo lo vamos a hacer. Por mucho que me disguste la idea de separarnos, creo que deberíamos ir cada uno en un pájaro y peinar la isla en busca de cualquier cosa sospechosa. Si alguien la ha retenido... yo que sé, campamentos, prisiones improvisadas en torreones. Cualquier cosa.