11/12/2018, 19:40
Más calmado, Kazuma llegó a la conclusión de que echar a andar bajo aquellas circunstancias, en plena noche y sin una fuente de luz, sólo le conduciría a perderse de nuevo. Por eso, y aprovechando para descansar, el muchacho subió a uno de los árboles y se recostó contra el tronco después de sentarse sobre una de las ramas más gruesas para examinar con más cuidado la bandana que aún llevaba entre sus manos. Obviamente, no recibió más que el más gélido silencio a su pregunta.
La noche prosiguió su avance de forma lenta pero inexorable. Fue un rato largo, aburrido, sin nada más a su alrededor que puntuales crujidos entre las hojas y el aullido de algún animal inquieto. Y ni siquiera pudo deleitarse con la vista del cielo nocturno plagado de estrellas, pues las copas de los árboles prácticamente lo cubrían en su totalidad. Pero nada perturbó la calma del shinobi, y pudo aguantar toda la velada sin rendirse al hipnótico hechizo de Morfeo.
Y así, al cabo de varias largas horas, el sol comenzó a asomar por el este, dando pinceladas de naranja y dorado al bosque y desterrando la monocroma oscuridad.
La noche prosiguió su avance de forma lenta pero inexorable. Fue un rato largo, aburrido, sin nada más a su alrededor que puntuales crujidos entre las hojas y el aullido de algún animal inquieto. Y ni siquiera pudo deleitarse con la vista del cielo nocturno plagado de estrellas, pues las copas de los árboles prácticamente lo cubrían en su totalidad. Pero nada perturbó la calma del shinobi, y pudo aguantar toda la velada sin rendirse al hipnótico hechizo de Morfeo.
Y así, al cabo de varias largas horas, el sol comenzó a asomar por el este, dando pinceladas de naranja y dorado al bosque y desterrando la monocroma oscuridad.