11/12/2018, 20:35
—Ajá, sí... Claro, claro... Espera, ¿cómo que barco? —Kiroe se puso rígida como una vara de metal y apartó a Zetsuo con un ligero empujón. Miró por la ventana y se echó las manos a la cabeza—. ¡Hostias! ¡Cómo mola! ¡NUNCA HE MONTADO EN BARCO!
Se pudo escuchar un claro PLAF que vino de la frente de Daruu.
BRROOOOOP, BRRROOOOOOOP.
El barco había llegado a Puerto Kasukami. La ciudad estaba dividida en dos estratos. El primero, el que les llegaba más cerca, estaba pegado al puerto, y lleno de casitas de pescadores y marineros. El segundo, algo más al fondo, se hacía evidente en cuanto uno levantaba la vista. ¡La madre del cordero! Era como si a la Ciudad Fantasma le hubieran hechado un hechizo de nigromancia y se hubiera restaurado por completo. Era la viva imagen de los torreones de hormigón y vidrio de aquella, en el País de la Tormenta, pero llena de color.
El grupo de shinobis de la Lluvia se sintió instantáneamente más a gusto, no sólo porque la arquitectura era mucho más parecida a la de su hogar, sino por la humedad en el ambiente. Una fina neblina cubría todo el puerto.
—Si llegamos a saber que íbamos a acabar aquí —dijo Daruu—, podríamos haber venido en barco desde Coladragón y habernos ahorrado gran parte del viaje...
Se pudo escuchar un claro PLAF que vino de la frente de Daruu.
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BRROOOOOP, BRRROOOOOOOP.
El barco había llegado a Puerto Kasukami. La ciudad estaba dividida en dos estratos. El primero, el que les llegaba más cerca, estaba pegado al puerto, y lleno de casitas de pescadores y marineros. El segundo, algo más al fondo, se hacía evidente en cuanto uno levantaba la vista. ¡La madre del cordero! Era como si a la Ciudad Fantasma le hubieran hechado un hechizo de nigromancia y se hubiera restaurado por completo. Era la viva imagen de los torreones de hormigón y vidrio de aquella, en el País de la Tormenta, pero llena de color.
El grupo de shinobis de la Lluvia se sintió instantáneamente más a gusto, no sólo porque la arquitectura era mucho más parecida a la de su hogar, sino por la humedad en el ambiente. Una fina neblina cubría todo el puerto.
—Si llegamos a saber que íbamos a acabar aquí —dijo Daruu—, podríamos haber venido en barco desde Coladragón y habernos ahorrado gran parte del viaje...