14/12/2018, 13:38
—Espero que se te de mejor aplastar gente con tus propios cascos que soltar bravuconadas, Gobi —soltó Daruu, burlón—. Deja de intentar convencerme de nada. ¿No lo entiendes? Lo que digas no va a cambiar nada de lo que suceda aquí. Voy a vencerte y voy a rescatar a Ayame. Cállate ya, no te va a servir de nada. De lenguas envenenadas yo ya he visto un rato.
»Has dicho cascos. ¿Qué eres, una yegua... una burra? —añadió, en un claro intento por provocarla.
Pero Kokuō no era Ayame. A ella no se la podía provocar tan fácilmente como a la muchacha que seguía sollozando en su interior. Por eso lanzó un largo suspiro al aire, cansada, y comenzó a caminar hacia un lado. No de forma amenazadora, no con intenciones hostiles. Simplemente, paseando. Pero seguía manteniendo una prudente distancia de seguridad.
—Habla, y habla, y habla. Y no sabe nada al respecto —le respondió, agitando una mano en el aire—. ¿Cree que conoce a Ayame tan bien como piensa? ¿De verdad está tan seguro de eso?
»Entonces supongo que sabrá lo que fue a hacer en Tanzaku Gai.
Pero Kokuō clavó sus ojos aguamarina en Amedama Daruu, esperando su respuesta.
—Oh, no... no debe saberlo, porque la señorita me está rogando que no siga hablando.
»Has dicho cascos. ¿Qué eres, una yegua... una burra? —añadió, en un claro intento por provocarla.
Pero Kokuō no era Ayame. A ella no se la podía provocar tan fácilmente como a la muchacha que seguía sollozando en su interior. Por eso lanzó un largo suspiro al aire, cansada, y comenzó a caminar hacia un lado. No de forma amenazadora, no con intenciones hostiles. Simplemente, paseando. Pero seguía manteniendo una prudente distancia de seguridad.
—Habla, y habla, y habla. Y no sabe nada al respecto —le respondió, agitando una mano en el aire—. ¿Cree que conoce a Ayame tan bien como piensa? ¿De verdad está tan seguro de eso?
»Entonces supongo que sabrá lo que fue a hacer en Tanzaku Gai.
«Kokuō, ¿qué estás...?»
Pero Kokuō clavó sus ojos aguamarina en Amedama Daruu, esperando su respuesta.
«¡¡NO!!»
—Oh, no... no debe saberlo, porque la señorita me está rogando que no siga hablando.
«¡¡¡KOKUO!!!»