14/12/2018, 15:43
—En ningún momento le he mentido, nunca he afirmado que Ayame estuviera muerta. Pero en realidad es como si lo estuviera para ustedes, porque nada va a cambiar las circunstancias.
—En algo tienes razón: nada va a cambiar las cosas. Ya te lo he dicho: voy a vencerte, y me voy a llevar a Ayame de vuelta. Y tú no vas a poder hacer ni decir nada que me haga cambiar de opinión.
Pero la lengua viperina del bijuu siguió hablando, intentando mermar el temple de Daruu.
—Mandó una carta a Uzushiogakure. Un mensaje arrastrándose a los pies de su líder, suplicando su perdón. Y utilizó a su amiguita de allí para hacerlo: Uzumaki Eri —pronunció, siseante y los ojos entrecerrados—. Y todo esto lo hizo a escondidas de su propia aldea, sabiendo lo enfadados que iban a estar con ella. Y desde luego no os lo iba a contar, a ninguno de ustedes. Ni siquiera a usted, que se supone que es su persona más importante y... querida.
Daruu apretó los dientes y cerró el puño en torno a la espada que blandía. La bajó lentamente, hasta una posición de guardia auspiciada por el escudo. Casi se hizo daño sujetándola. Pero no dijo nada.
—¡Oh, si hasta colocó barreras mentales para que su padre no pudiera acceder a esos recuerdos! No sé qué opinaréis al respecto, pero a un acto así yo sólo lo conozco por el nombre de traición. Y, si no me creéis, siempre puede preguntarle a ella. Dígaselo usted misma, señorita. Dígale que es una traidora a su aldea.
A Daruu le dio un vuelco al corazón. El bijuu se había detenido y casi caído al agua, y cuando levantó la mirada, esta volvía a ser la de Ayame. Daruu hizo el amago de avanzar un paso, pero se detuvo a tiempo, obligándose a desconfiar. Aquella desmejorada sombra de Ayame no era más que una imagen temporal. Lo sabía. Sí, quería correr, abrazarla. Pero eso era arriesgarse a que el bijuu tomase de nuevo el control y le perforase el cuerpo. Quizás con una de las técnicas de Ayame. ¿Las espinas de agua, quizás?
—¡Ayame! —llamó Daruu—. ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo acabaste así?
»¡Bijuu! Sigues estando ahí, ¿no es cierto? Me parece un intento muy cutre por tu parte. ¿Que Ayame ha traicionado a la villa? ¿Por qué? ¿Por ser una idiota que cree que tiene la responsabilidad de lo que pasó en Uzushiogakure? Eso suena muy propio de Ayame. Sí, puede que esté enfadado. ¿Y qué más da?
Sí, Uzumaki Eri no le despertaba simpatía alguna. Daruu no era imbécil, sabía que la muchacha le había esposado bajo la orden de un superior. No obstante, quien le había ordenado hacerlo también había intentado matar a Daruu en el pasado bajo ese mismo pretexto, y en ese entonces fue él quien dictó la sentencia. ¿Quién les aseguraba que Eri no sería la que llevara las riendas del mal en el futuro? Al fin y al cabo, esa aldea había demostrado ser un nido de ratas y de locos.
Eso sí...
»Sí, Gobi. Suena muy propio de Ayame, el disculparse con quien no lo merece. En cometer locuras que no debería, en contra de su propia seguridad. ¿No te lo he dicho antes? ¿Estás segura de que quieres seguir intentando convencerme de que no conozco a Ayame? Más que tú, y eso que estás dentro de ella.
»Ella es eso. Pura inocencia, para lo bueno y para lo malo. Estoy seguro que hasta intentaría hacer las paces con un monstruo como tú. ¿Es así como has conseguido engañarla para tomar el control de nuevo?
»¿Conmigo, sin embargo? No te va a funcionar. Ya te he dicho que nada de lo que digas va a cambiar nada. Voy a llevarme a Ayame, y después ya hablaré con ella lo que tenga que hablar. Además, nadie es más traidor que yo, que fui tres veces traidor. Por actuar a espaldas de mi villa, como Ayame. Por dejarme llevar por las palabras del General Rata y poner en peligro su vida. No volverá a pasar.
»Pero todavía me queda energías para volver a ser traidor a mi sangre y volver arriesgar la vida. Esta vez, creo, que al menos no me arrepentiré.
—En algo tienes razón: nada va a cambiar las cosas. Ya te lo he dicho: voy a vencerte, y me voy a llevar a Ayame de vuelta. Y tú no vas a poder hacer ni decir nada que me haga cambiar de opinión.
Pero la lengua viperina del bijuu siguió hablando, intentando mermar el temple de Daruu.
—Mandó una carta a Uzushiogakure. Un mensaje arrastrándose a los pies de su líder, suplicando su perdón. Y utilizó a su amiguita de allí para hacerlo: Uzumaki Eri —pronunció, siseante y los ojos entrecerrados—. Y todo esto lo hizo a escondidas de su propia aldea, sabiendo lo enfadados que iban a estar con ella. Y desde luego no os lo iba a contar, a ninguno de ustedes. Ni siquiera a usted, que se supone que es su persona más importante y... querida.
Daruu apretó los dientes y cerró el puño en torno a la espada que blandía. La bajó lentamente, hasta una posición de guardia auspiciada por el escudo. Casi se hizo daño sujetándola. Pero no dijo nada.
—¡Oh, si hasta colocó barreras mentales para que su padre no pudiera acceder a esos recuerdos! No sé qué opinaréis al respecto, pero a un acto así yo sólo lo conozco por el nombre de traición. Y, si no me creéis, siempre puede preguntarle a ella. Dígaselo usted misma, señorita. Dígale que es una traidora a su aldea.
A Daruu le dio un vuelco al corazón. El bijuu se había detenido y casi caído al agua, y cuando levantó la mirada, esta volvía a ser la de Ayame. Daruu hizo el amago de avanzar un paso, pero se detuvo a tiempo, obligándose a desconfiar. Aquella desmejorada sombra de Ayame no era más que una imagen temporal. Lo sabía. Sí, quería correr, abrazarla. Pero eso era arriesgarse a que el bijuu tomase de nuevo el control y le perforase el cuerpo. Quizás con una de las técnicas de Ayame. ¿Las espinas de agua, quizás?
—¡Ayame! —llamó Daruu—. ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo acabaste así?
»¡Bijuu! Sigues estando ahí, ¿no es cierto? Me parece un intento muy cutre por tu parte. ¿Que Ayame ha traicionado a la villa? ¿Por qué? ¿Por ser una idiota que cree que tiene la responsabilidad de lo que pasó en Uzushiogakure? Eso suena muy propio de Ayame. Sí, puede que esté enfadado. ¿Y qué más da?
Sí, Uzumaki Eri no le despertaba simpatía alguna. Daruu no era imbécil, sabía que la muchacha le había esposado bajo la orden de un superior. No obstante, quien le había ordenado hacerlo también había intentado matar a Daruu en el pasado bajo ese mismo pretexto, y en ese entonces fue él quien dictó la sentencia. ¿Quién les aseguraba que Eri no sería la que llevara las riendas del mal en el futuro? Al fin y al cabo, esa aldea había demostrado ser un nido de ratas y de locos.
Eso sí...
»Sí, Gobi. Suena muy propio de Ayame, el disculparse con quien no lo merece. En cometer locuras que no debería, en contra de su propia seguridad. ¿No te lo he dicho antes? ¿Estás segura de que quieres seguir intentando convencerme de que no conozco a Ayame? Más que tú, y eso que estás dentro de ella.
»Ella es eso. Pura inocencia, para lo bueno y para lo malo. Estoy seguro que hasta intentaría hacer las paces con un monstruo como tú. ¿Es así como has conseguido engañarla para tomar el control de nuevo?
»¿Conmigo, sin embargo? No te va a funcionar. Ya te he dicho que nada de lo que digas va a cambiar nada. Voy a llevarme a Ayame, y después ya hablaré con ella lo que tenga que hablar. Además, nadie es más traidor que yo, que fui tres veces traidor. Por actuar a espaldas de mi villa, como Ayame. Por dejarme llevar por las palabras del General Rata y poner en peligro su vida. No volverá a pasar.
»Pero todavía me queda energías para volver a ser traidor a mi sangre y volver arriesgar la vida. Esta vez, creo, que al menos no me arrepentiré.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)