7/10/2015, 19:23
Estando satisfecho con su pequeña guía turística, al joven peliblanco solo le quedaba preparar las cosas para el paseo. Y la chica que le acompañaba también parecía estar ansiosa por ponerse en marcha, puesto que daba la impresión de quererse subir al vehículo a la brevedad.
—Adelante —respondió mientras tendía una mano para ayudar a que la dama de cabellos azules subiera.
En cuanto la ahora clienta estuviera acomodada en el carruaje, Kazuma procedería a mover el mismo hacia la parte de afuera, mientras que unos silbidos le hacía señas a un señor que se encontraba en los establos cercanos.
Mientras sacaba el carruaje del andén, aquel sujeto de antes traía consigo a un enorme caballo. Un animal de gran aspecto, enorme y de pelaje negro azabache. Luego de unos minutos acomodaron las riendas que necesitaba el conductor.
Por la costumbre había hecho todo aquello en silencio, pues necesitaba concentrarse en los detalles. Después de todo se trataba de una carroza lujosa y de un caballo sumamente caro, por lo que no podía permitirse errores o descuidos.
—Ya casi estamos listos —aseguro mientras se marchaba hacia un cubículo cercano donde permanecería por unos minutos.
Tenía un comportamiento un poco sospechoso, pues del cobertizo salió arrastrando una enorme y misteriosa caja, que con mucho esfuerzo subió al carruaje. Ante la mirada de aquella chica aseguro aquel cajón con unas cuantas correas. De alguna manera parecía encajar a la perfección puesto que quedo empotrado y fijo.
Luego de todo aquello, tomo un pañuelo y seco el sudor de su frente. Acaricio un poco al caballo y de un ágil salto subió a su posición de cochero.
—Ya está todo listo. Solo falta que me indiques que ruta quieres seguir, aunque bien podríamos improvisar si bien te parece.
—Adelante —respondió mientras tendía una mano para ayudar a que la dama de cabellos azules subiera.
En cuanto la ahora clienta estuviera acomodada en el carruaje, Kazuma procedería a mover el mismo hacia la parte de afuera, mientras que unos silbidos le hacía señas a un señor que se encontraba en los establos cercanos.
Mientras sacaba el carruaje del andén, aquel sujeto de antes traía consigo a un enorme caballo. Un animal de gran aspecto, enorme y de pelaje negro azabache. Luego de unos minutos acomodaron las riendas que necesitaba el conductor.
Por la costumbre había hecho todo aquello en silencio, pues necesitaba concentrarse en los detalles. Después de todo se trataba de una carroza lujosa y de un caballo sumamente caro, por lo que no podía permitirse errores o descuidos.
—Ya casi estamos listos —aseguro mientras se marchaba hacia un cubículo cercano donde permanecería por unos minutos.
Tenía un comportamiento un poco sospechoso, pues del cobertizo salió arrastrando una enorme y misteriosa caja, que con mucho esfuerzo subió al carruaje. Ante la mirada de aquella chica aseguro aquel cajón con unas cuantas correas. De alguna manera parecía encajar a la perfección puesto que quedo empotrado y fijo.
Luego de todo aquello, tomo un pañuelo y seco el sudor de su frente. Acaricio un poco al caballo y de un ágil salto subió a su posición de cochero.
—Ya está todo listo. Solo falta que me indiques que ruta quieres seguir, aunque bien podríamos improvisar si bien te parece.