16/12/2018, 17:45
La chica de tenebrosa apariencia viró lentamente su rostro hasta encontrar con sus orbes los del chico. Robótica, como una especie de muñeco sin vida, y en completo silencio. Su sonrisa no ayudaba en absoluto, pues la hacía ver entre loca y muy loca, casi al punto de lanzar gatos a otras personas. El silencio fue rey por unos segundos, unos tensos e interminables segundos.
¡PUM!¡PUM! ¡PUM!¡PUM! ¡PUM!¡PUM!
El corazón del chico latía con fuerza. A punto estaba de salirse del pecho. Y eso que el chico no era un miedíca...
Tragó saliva, aguantando firme ante la batida. Y por fin, abrió la chica la boca en pos de pronunciar algo. El Inuzuka podría haber esperado un grito de amenaza, firme y turbulento; una advertencia de que la dejasen sola, con serenidad y pericia parlamentaria; incluso podría haber apostado por un saludo de iguales dimensiones al propio, tímido y apacible.
Pero no.
La chica apenas gritó, y volvió rápidamente la mirada hacia su espada.Temblaba, y claramente se notaba nerviosa. A saber qué tipo de crueldades y demencias pasaban en ese instante por la mente de aquella sádica de la katana...
El Inuzuka retrocedió un paso incluso ante la situación. Las gotas de sudor, un sudor frío como la misma nieve, recorría su sien. Pero lejos de huir, o de lanzarse a lo loco a pelear, como bien habría hecho en lejanas ocasiones, cerró el puño e intentó serenarse. Tomó aire, y lo expelió poco a poco, buscando al menos en su respiración el equilibrio entre miedo y confusión.
Un paso —perdón si molestaba tu meditación... —aseguró mientras luchaba contra sí mismo, recortando de poco a poco la distancia —no te había visto antes.
»Estaba entrenando un poco, y seguramente hago algo de ruido... pero podemos compartir el tatami, nosotros ocupamos poco.
El chico se llevó las manos tras la nuca, en un gesto que intentaba reflejarlo relajado. Al menos su sonrisa si que parecía un poco mas auténtica.
¡PUM!¡PUM! ¡PUM!¡PUM! ¡PUM!¡PUM!
El corazón del chico latía con fuerza. A punto estaba de salirse del pecho. Y eso que el chico no era un miedíca...
Tragó saliva, aguantando firme ante la batida. Y por fin, abrió la chica la boca en pos de pronunciar algo. El Inuzuka podría haber esperado un grito de amenaza, firme y turbulento; una advertencia de que la dejasen sola, con serenidad y pericia parlamentaria; incluso podría haber apostado por un saludo de iguales dimensiones al propio, tímido y apacible.
Pero no.
La chica apenas gritó, y volvió rápidamente la mirada hacia su espada.Temblaba, y claramente se notaba nerviosa. A saber qué tipo de crueldades y demencias pasaban en ese instante por la mente de aquella sádica de la katana...
El Inuzuka retrocedió un paso incluso ante la situación. Las gotas de sudor, un sudor frío como la misma nieve, recorría su sien. Pero lejos de huir, o de lanzarse a lo loco a pelear, como bien habría hecho en lejanas ocasiones, cerró el puño e intentó serenarse. Tomó aire, y lo expelió poco a poco, buscando al menos en su respiración el equilibrio entre miedo y confusión.
Un paso —perdón si molestaba tu meditación... —aseguró mientras luchaba contra sí mismo, recortando de poco a poco la distancia —no te había visto antes.
»Estaba entrenando un poco, y seguramente hago algo de ruido... pero podemos compartir el tatami, nosotros ocupamos poco.
El chico se llevó las manos tras la nuca, en un gesto que intentaba reflejarlo relajado. Al menos su sonrisa si que parecía un poco mas auténtica.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~