16/12/2018, 19:09
La adrenalina era una aliada peligrosa. En ocasiones, te hacía olvidar de lo maltrecho que podía estar tu cuerpo sólo por perseguir el cauce de instinto. El de la supervivencia. Pero allí, en los momentos más críticos, la hija de puta siempre te traicionaba. Se agotaba súbitamente para dejarte en una situación bastante comprometedora.
Kaido lo sabía. Tenía una única bala en la recámara. Más le valía no errar el tiro.
—Yo tampoco quiero problemas. Sólo quiero... —fiusm, la figura de Kaido se deshizo en el aire tras un movimiento imperceptible incluso para los ninja más versados. Apareció medio segundo después frente a aquel muchacho con el brazo simbolizando una "L" y encajando la abertura en su pecho. A esa velocidad, y con la fuerza del impacto, le harían caer abatido por la inercia de la guillotina, probablemente sin mucho aire con el cuál respirar aliviadamente.
Kaido lo sabía. Tenía una única bala en la recámara. Más le valía no errar el tiro.
—Yo tampoco quiero problemas. Sólo quiero... —fiusm, la figura de Kaido se deshizo en el aire tras un movimiento imperceptible incluso para los ninja más versados. Apareció medio segundo después frente a aquel muchacho con el brazo simbolizando una "L" y encajando la abertura en su pecho. A esa velocidad, y con la fuerza del impacto, le harían caer abatido por la inercia de la guillotina, probablemente sin mucho aire con el cuál respirar aliviadamente.