16/12/2018, 20:18
El escualo asintió, en silencio.
Ambas manos se acercaron hasta el rostro del crío, una tapando su nariz, y la otra su boca. Presionó como buenamente pudo y trabó el aire que mantenía vivo al muchacho. Para él sería como un mal sueño. Como levantarse cuando la ansiedad te domina tras una fatal pesadilla. Los pulmones sabían que necesitaban aire pero algo les decía que, no importa cuanto se ahogase, en algún momento iba a despertar.
Cuando la arritmia comenzó a afectar su cuerpo, el gyojin trabó sus movimientos con la rodilla. Pronto los espasmos se hicieron a cada cuál más continuos, y la conciencia visitaría a su reemplazo durante apenas unos segundos, donde lo último que vería sería los ojos aguamarina de su ejecutor.
Y así, la calma mortal que también había abrazado a la niña, lo hizo con su hermano.
—Está hecho —dijo, soltando el cuerpo; y buscando un kunai en su portaobjetos. Lo llevó hasta alguna zona de su muslo derecho y de ahí, cortó un pequeño tajo de su propia carne. Arrugó la frente y apretó los dientes por el dolor, aunque no emitió quejido alguno—. toma.
Ambas manos se acercaron hasta el rostro del crío, una tapando su nariz, y la otra su boca. Presionó como buenamente pudo y trabó el aire que mantenía vivo al muchacho. Para él sería como un mal sueño. Como levantarse cuando la ansiedad te domina tras una fatal pesadilla. Los pulmones sabían que necesitaban aire pero algo les decía que, no importa cuanto se ahogase, en algún momento iba a despertar.
Cuando la arritmia comenzó a afectar su cuerpo, el gyojin trabó sus movimientos con la rodilla. Pronto los espasmos se hicieron a cada cuál más continuos, y la conciencia visitaría a su reemplazo durante apenas unos segundos, donde lo último que vería sería los ojos aguamarina de su ejecutor.
Y así, la calma mortal que también había abrazado a la niña, lo hizo con su hermano.
—Está hecho —dijo, soltando el cuerpo; y buscando un kunai en su portaobjetos. Lo llevó hasta alguna zona de su muslo derecho y de ahí, cortó un pequeño tajo de su propia carne. Arrugó la frente y apretó los dientes por el dolor, aunque no emitió quejido alguno—. toma.