20/12/2018, 23:29
—Es que al lado de lo del Nueve Colas buscando venganza, todo lo demás parece una gilipollez —respondió Daruu, antes de soltar una seca risotada—. Ja. En las clases de historia se nos dijo mil y una veces que el mayor error de las antiguas aldeas fue utilizar los bijuu como un arma de guerra. —Hizo una pausa—. Pero no estábamos preparados para que uno de ellos decidiera atacarnos él mismo.
Kōri volvió a darle un sorbo a su chocolate y se quedó mirando al frente, con un extraño brillo desangelado en sus iris.
—Aún no conocemos las intenciones del Nueve Colas; pero, desde luego, no creo que podamos contar con que todos los bijuu sean como el Gobi. Si sigue liberándolos, puede que el rencor que sienta le lleve a atacarnos directamente y no a huir como hizo ella.
Se le hacía extraño, sumamente extraño, hablar de los bijuu y de sus planes como si de enemigos corrientes e inteligentes se trataran. Después de haberlos contemplado como meras bestias sedientas de sangre, aquella nueva visión era un verdadero choque a la visión que se habían hecho como seres humanos. Pero si algo había aprendido Kōri a lo largo de su vida como shinobi, era el no subestimar a ningún adversario, por débil o por poco inteligente que pareciera.
Y aquella conversación le acababa de recordar algo.
—En el último momento, Ayame nos salvó a todos —habló, mirando directamente a Daruu de nuevo. El muchacho había estado inconsciente durante los últimos minutos, pero Kōri creía que era importante que lo supiera—. Volvió a resistirse al bijuu, y consiguió desviar la bijuudama que nos habría evaporizado a todos.
Kōri volvió a darle un sorbo a su chocolate y se quedó mirando al frente, con un extraño brillo desangelado en sus iris.
—Aún no conocemos las intenciones del Nueve Colas; pero, desde luego, no creo que podamos contar con que todos los bijuu sean como el Gobi. Si sigue liberándolos, puede que el rencor que sienta le lleve a atacarnos directamente y no a huir como hizo ella.
Se le hacía extraño, sumamente extraño, hablar de los bijuu y de sus planes como si de enemigos corrientes e inteligentes se trataran. Después de haberlos contemplado como meras bestias sedientas de sangre, aquella nueva visión era un verdadero choque a la visión que se habían hecho como seres humanos. Pero si algo había aprendido Kōri a lo largo de su vida como shinobi, era el no subestimar a ningún adversario, por débil o por poco inteligente que pareciera.
Y aquella conversación le acababa de recordar algo.
—En el último momento, Ayame nos salvó a todos —habló, mirando directamente a Daruu de nuevo. El muchacho había estado inconsciente durante los últimos minutos, pero Kōri creía que era importante que lo supiera—. Volvió a resistirse al bijuu, y consiguió desviar la bijuudama que nos habría evaporizado a todos.