21/12/2018, 23:39
El chico rió. No se burlaba, simplemente estaba de buen humor. Ranko sonrió ante esto, sintiéndose aliviada de que no estuviera molesto. Sin embargo, el rojo no dejaba de todo su rostro. El joven se llamaba Inuzuka Etsu y su can era Akane. La chica cubrió una risita con su puño.
”¿Inuzuka también? Qué raro que la gente le ponga apellido a sus perros… ¡Ooh! ¿O es que su perro es una persona y por eso no para de hablar? Eso sí sería gracioso…”
Ranko envainó la espada mientras se levantaba. Se irguió y aclaró la garganta. Aspiró profundamente, como quien está a punto de saltar hacia un mar embravecido. Después de varios segundos, habló.
—Mu… Mucho gusto, I-Inuzuka-san. E Inuzuka-san —se dirigió al perro por su apellido también. No quería ser maleducada con seres enormes de grandes colmillos. Les dedicó una reverencia de casi noventa grados —. Mi… Mi… Yo… Yo soy… ahm… Mi nombre... es… es ¡Ranko! —gritó su nombre por temor a quedarse trabada sin saber qué decir. Temía que los gusanos de la pena que se retorcían en su estómago le hicieran decir alguna (otra) estupidez. Luego bajó la voz a un volumen apenas audible —Ranko. Sagisō Ranko.
Por varios segundos permaneció inclinada, con la mente en blanco, sin saber cómo proceder.
”Ahm… Se supone que te pongas recta de nuevo, ¿No? ¿O hay que esperar a que responda? ¡Ah, pero si ya te dijo su nombre! Vamos, Ranko, arriba. ¡Ariba! ¡Tienes que erguirte!”
Lentamente, como si de un desgastado pistón dependiese, Ranko se irguió hasta quedar con la espalda recta. Sus cejas seguían alzadas en un gesto de incomodidad, pero su sonrisa se notaba más natural y calmada.
”Pregúntale algo, vamos. Dile… ¿Qué haces aquí?. No, obvio no. Está claro que viene a entrenar. Ahm… pregúntale ¿Son hermanos?. ¡Ay, qué tonta pregunta! ¿Qué tal…? ¿Te gusta el mitarashi dango? No, no tiene nada qué ver…
Ranko pasó varios segundos apretando su espada, temblando ligeramente, como si en cualquier momento fuese a echar vapor por los oídos y a estallar. Y estalló de los nervios.
—¿Qué... ? ¡¿QUÉ HERMANO TE GUSTA?!
Se llevó la mano libre a la boca (pues la otra sostenía a Higanbana), y quedó petrificada.
”Bueno, fue un placer, yo me voy. Adiós, cuerpo de Ranko, mente de Ranko se va a echarse de un precipicio.”
”¿Inuzuka también? Qué raro que la gente le ponga apellido a sus perros… ¡Ooh! ¿O es que su perro es una persona y por eso no para de hablar? Eso sí sería gracioso…”
Ranko envainó la espada mientras se levantaba. Se irguió y aclaró la garganta. Aspiró profundamente, como quien está a punto de saltar hacia un mar embravecido. Después de varios segundos, habló.
—Mu… Mucho gusto, I-Inuzuka-san. E Inuzuka-san —se dirigió al perro por su apellido también. No quería ser maleducada con seres enormes de grandes colmillos. Les dedicó una reverencia de casi noventa grados —. Mi… Mi… Yo… Yo soy… ahm… Mi nombre... es… es ¡Ranko! —gritó su nombre por temor a quedarse trabada sin saber qué decir. Temía que los gusanos de la pena que se retorcían en su estómago le hicieran decir alguna (otra) estupidez. Luego bajó la voz a un volumen apenas audible —Ranko. Sagisō Ranko.
Por varios segundos permaneció inclinada, con la mente en blanco, sin saber cómo proceder.
”Ahm… Se supone que te pongas recta de nuevo, ¿No? ¿O hay que esperar a que responda? ¡Ah, pero si ya te dijo su nombre! Vamos, Ranko, arriba. ¡Ariba! ¡Tienes que erguirte!”
Lentamente, como si de un desgastado pistón dependiese, Ranko se irguió hasta quedar con la espalda recta. Sus cejas seguían alzadas en un gesto de incomodidad, pero su sonrisa se notaba más natural y calmada.
”Pregúntale algo, vamos. Dile… ¿Qué haces aquí?. No, obvio no. Está claro que viene a entrenar. Ahm… pregúntale ¿Son hermanos?. ¡Ay, qué tonta pregunta! ¿Qué tal…? ¿Te gusta el mitarashi dango? No, no tiene nada qué ver…
Ranko pasó varios segundos apretando su espada, temblando ligeramente, como si en cualquier momento fuese a echar vapor por los oídos y a estallar. Y estalló de los nervios.
—¿Qué... ? ¡¿QUÉ HERMANO TE GUSTA?!
Se llevó la mano libre a la boca (pues la otra sostenía a Higanbana), y quedó petrificada.
”Bueno, fue un placer, yo me voy. Adiós, cuerpo de Ranko, mente de Ranko se va a echarse de un precipicio.”
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