3/01/2019, 22:56
Aunque la chica no era una tostadora, sus mejillas denotaban un color similar al que éstas toman poco antes de tostar una rebanada de pan. De hecho, quizás hasta la temperatura era similar en sus mejillas. Pero sí que sería excederse el hecho de intentar hacer una prueba... por mucho que luego llorases a los guardias del calabozo argumentando que era por el bien de la ciencia.
Apenas cedía nerviosismo, y a cada palabra que el chico soltaba casi resultaba peor. Llegó a guardar la espada —lo cual era un alivio— mientras se levantaba, y tras ello puntualizó su placer de conocerlos, lo cuál fue acompañado de una reverencia de lo mas formal. Etsu se sorprendió un poco, la chica soltó unas palabras para ello casi seguidas, sin apenas tartamudear.
Su júbilo se vio eclipsado de forma estrépita, pues la kunoichi trató de dar a conocer su nombre. Y casi se le olvida.
Obviamente, a su claro intento de establecer el cordial saludo típico, no le faltó trabalenguas y medias palabras. Se podría decir que tenía mas nervios que un mono con una bomba...
«Y yo pensaba que se me daba fatal hablar con otras personas... ésta Ranko me gana...»
Etsu se llevó las manos tras la cabeza, mostrando una intranquila sonrisa que trataba de quitar un poco de tensión a la situación. Lo cuál era altamente dificultoso. El chico pensó por un instante qué mas podía decir en pos de que la chica se relajase un poco, pero entre que no acostumbraba a tratar demasiado con personas, y que aún menos con chicas, el asunto se iba de madre. No pudo hacer mas que buscar esas palabras, en silencio, un silencio que pareció durar años.
Akane lanzó un ladrido, pero eso no hizo mas que empeorar las cosas. A saber si fue eso, que asustó a la chica, o simplemente la presión de tener a desconocidos frente a ella. Pero fuese una u otra, el resultado no fue otro que una pregunta absurda y disparatada por parte de la kunoichi.
—La madre que me trajo... —Etsu era incapaz de creerlo. Miró a su can, y entrecerró los ojos —la vas a matar del susto, tío.
Tomó aire, y lo dejó escapar de forma brusca mientras se sentaba con las piernas cruzadas.
—Oye Ranko... tómalo con calma, somos compañeros de aldea. No... yo no soy el mejor para aconsejarte en cómo hablar con otras personas, principalmente porque yo soy un desastre para ello... pero, chica. Me llevas la delantera... ¿sabes qué hago yo? —y lejos de soltar algo con dos dedos de frente... —pienso que son perros en vez de personas. Es más fácil hablar con un can que con una persona... al menos para mi.
Apenas cedía nerviosismo, y a cada palabra que el chico soltaba casi resultaba peor. Llegó a guardar la espada —lo cual era un alivio— mientras se levantaba, y tras ello puntualizó su placer de conocerlos, lo cuál fue acompañado de una reverencia de lo mas formal. Etsu se sorprendió un poco, la chica soltó unas palabras para ello casi seguidas, sin apenas tartamudear.
Su júbilo se vio eclipsado de forma estrépita, pues la kunoichi trató de dar a conocer su nombre. Y casi se le olvida.
Obviamente, a su claro intento de establecer el cordial saludo típico, no le faltó trabalenguas y medias palabras. Se podría decir que tenía mas nervios que un mono con una bomba...
«Y yo pensaba que se me daba fatal hablar con otras personas... ésta Ranko me gana...»
Etsu se llevó las manos tras la cabeza, mostrando una intranquila sonrisa que trataba de quitar un poco de tensión a la situación. Lo cuál era altamente dificultoso. El chico pensó por un instante qué mas podía decir en pos de que la chica se relajase un poco, pero entre que no acostumbraba a tratar demasiado con personas, y que aún menos con chicas, el asunto se iba de madre. No pudo hacer mas que buscar esas palabras, en silencio, un silencio que pareció durar años.
Akane lanzó un ladrido, pero eso no hizo mas que empeorar las cosas. A saber si fue eso, que asustó a la chica, o simplemente la presión de tener a desconocidos frente a ella. Pero fuese una u otra, el resultado no fue otro que una pregunta absurda y disparatada por parte de la kunoichi.
—La madre que me trajo... —Etsu era incapaz de creerlo. Miró a su can, y entrecerró los ojos —la vas a matar del susto, tío.
Tomó aire, y lo dejó escapar de forma brusca mientras se sentaba con las piernas cruzadas.
—Oye Ranko... tómalo con calma, somos compañeros de aldea. No... yo no soy el mejor para aconsejarte en cómo hablar con otras personas, principalmente porque yo soy un desastre para ello... pero, chica. Me llevas la delantera... ¿sabes qué hago yo? —y lejos de soltar algo con dos dedos de frente... —pienso que son perros en vez de personas. Es más fácil hablar con un can que con una persona... al menos para mi.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~