Tu alma triste y oscura

[Sama-sama]

El falso Daruu —Datsue estaba acumulando muchos dobles— descendió con gracilidad y aterrizó en las sombras del puerto. La atención de los ninjas de Hanabi era máxima, a juzgar por lo rápido que le descubrieron. No obstante, quien lanzó el arma llamó a un superior y recibió una brutal bronca.

—¡Qué Amedama ni qué niño muerto! ¡Aquí no hay nada! Además, Datsue nos dijo que apareció en el muelle. Si Amedama aparece será allí. Tú tienes que estar a lo que tienes que estar, que es vigilar los tejados por si el intruso resulta ser otra persona. ¡Vamos, al curro!

El genin asintió nerviosamente y se dio la vuelta, levantando la mirada hacia...

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Katsudon le puso un enorme dedo en los labios, mandándole callar. El dedo de la otra mano señalaba a la entrada.

—Oh, no. No ha llegado a tiempo.

Hanabi salió del edificio, entre el humo, tosiendo. Tenía un aspecto deplorable. Toda la mitad del cuerpo estaba chamuscada, el cabello siempre tan pulcro ahora hecho un embrollo, y sólo en el lado bueno de la cabeza, porque en el otro era un tizón negro.

Los hombres estallaron en vítores. Katsudon abrazó a Datsue...

...pero la alegría duró sólo un segundo. Hanabi cargaba algo en los brazos. Un cuerpo. Un cadáver chamuscado.

Uchiha Akame.

«Sí. Ahí lo tienes. Ahí está, con las manos en la masa. Ha-na-bi. ¿No tienes ganas, Datsue? ¡Mátalo aquí mismo! ¡Será rápido, será fácil! ¡Está débil y es un blanco fácil! ¡¡¡D I S P A R A!!!»