5/01/2019, 12:34
—Pffffff. —Resopló Daruu—. Pues claro que no. He venido a visitar a Ayame y recordarle que no está sola ni va a estarlo durante todo esto.
Ayame se conmovió.
—Y si quieres, a darte algo de conversación —añadió, después de un suspiro, con cierta prudencia—. ¿Por qué esa fijación en querer verme disfrutar de esto? ¿Crees que me alegra algo verte encerrada en esta celda?
Y Kokuō soltó una débil y seca carcajada. Una risotada cargada de la más ponzoñosa amargura.
—Oh, claro que lo disfruta —respondió—. Todos lo hacéis. Lleváis haciéndolo desde la época de las Cinco Aldeas. A los humanos os encanta vernos encerrados, inmovilizados, sometidos. Cualquier cosa en tal de conseguir nuestro poder. Y siguen haciéndolo a día de hoy.
Ayame se conmovió.
«Daruu-kun...»
—Y si quieres, a darte algo de conversación —añadió, después de un suspiro, con cierta prudencia—. ¿Por qué esa fijación en querer verme disfrutar de esto? ¿Crees que me alegra algo verte encerrada en esta celda?
Y Kokuō soltó una débil y seca carcajada. Una risotada cargada de la más ponzoñosa amargura.
—Oh, claro que lo disfruta —respondió—. Todos lo hacéis. Lleváis haciéndolo desde la época de las Cinco Aldeas. A los humanos os encanta vernos encerrados, inmovilizados, sometidos. Cualquier cosa en tal de conseguir nuestro poder. Y siguen haciéndolo a día de hoy.