5/01/2019, 18:19
(Última modificación: 5/01/2019, 18:20 por Aotsuki Ayame.)
Pero un repentino golpe metálico interrumpió sus palabras antes de que terminara siquiera de hablar. Daruu le había asestado una patada a las rejas:
—Eh, gilipollas. A ver si te enteras: yo no disfruto matando, hiriendo o siquiera deteniendo o encarcelando a nadie, ¿queda claro? —protestó, muy serio—. Y tanto me daría que fueras totalmente libre si Ayame también lo fuese y estuviera sana y salva. Abriría la puerta y te dejaría largarte a tomar por culo.
Kokuō chasqueó la lengua, irritada. Aquel muchacho era tan impertinente como deslenguado.
—Pero es una lástima que no pueda ser así, ¿verdad? —replicó, sombría—. La señorita y yo tenemos una relación... demasiado estrecha. Si nos separan, ambas moriremos. La diferencia es que ella lo hará para siempre.
—Eh, gilipollas. A ver si te enteras: yo no disfruto matando, hiriendo o siquiera deteniendo o encarcelando a nadie, ¿queda claro? —protestó, muy serio—. Y tanto me daría que fueras totalmente libre si Ayame también lo fuese y estuviera sana y salva. Abriría la puerta y te dejaría largarte a tomar por culo.
Kokuō chasqueó la lengua, irritada. Aquel muchacho era tan impertinente como deslenguado.
—Pero es una lástima que no pueda ser así, ¿verdad? —replicó, sombría—. La señorita y yo tenemos una relación... demasiado estrecha. Si nos separan, ambas moriremos. La diferencia es que ella lo hará para siempre.