5/01/2019, 21:50
No. No tenía prueba en el cuello. No había corte alguno. Era mentira. Todo era mentira. Todo era una mentira. Que las versiones del Ichibi y de Yubiwa hubiesen coincidido era... pues eso, una coincidencia.
Había sido mentira.
No había corte.
No había corte.
No había corte.
No había corte.
No había corte.
El mundo giraba a su alrededor.
No había corte.
No había corte.
La vista se le desvanecía.
No había corte.
No había corte.
No había corte.
No había.
No había corte.
Todo había sido mentira.
Y él había caído de lleno.
No había corte.
No había corte...
Lejos de allí, un cuerpo inconsciente rodó por el tejado y cayó, cayó, cayó.
—Esto... ¿Datsue? ¿Datsue? ¡Eh, tú, mocoso! ¡Vuelve en ti! ¡El GRAN Shukaku te está hablando!
Datsue ya había estado alguna vez allí, claro. Si es que levantaba la cabeza del agua en el que yacía tumbado, lo reconocería. Había estado allí, con su Hermano. En aquél espacio, enterrado en lo más profundo de sí mismo, estaba atado el Ichibi. Aferrado por anillas gigantescas, el tanuki no podía moverse. La última vez, les aterrorizó con su vozarrón de psicópata y una sonrisa terrible. Esta vez, Shukaku estaba serio. Inusualmente serio.
—Vamos, coño. Tenemos cosas de qué hablar, joder.
Había sido mentira.
No había corte.
No había corte.
No había corte.
No había corte.
No había corte.
El mundo giraba a su alrededor.
No había corte.
No había corte.
La vista se le desvanecía.
No había corte.
No había corte.
No había corte.
No había.
No había corte.
Todo había sido mentira.
Y él había caído de lleno.
No había corte.
No había corte...
¡¡PUFF!!
Lejos de allí, un cuerpo inconsciente rodó por el tejado y cayó, cayó, cayó.
· · ·
—Esto... ¿Datsue? ¿Datsue? ¡Eh, tú, mocoso! ¡Vuelve en ti! ¡El GRAN Shukaku te está hablando!
Datsue ya había estado alguna vez allí, claro. Si es que levantaba la cabeza del agua en el que yacía tumbado, lo reconocería. Había estado allí, con su Hermano. En aquél espacio, enterrado en lo más profundo de sí mismo, estaba atado el Ichibi. Aferrado por anillas gigantescas, el tanuki no podía moverse. La última vez, les aterrorizó con su vozarrón de psicópata y una sonrisa terrible. Esta vez, Shukaku estaba serio. Inusualmente serio.
—Vamos, coño. Tenemos cosas de qué hablar, joder.
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es