5/01/2019, 23:29
(Última modificación: 5/01/2019, 23:32 por Umikiba Kaido. Editado 2 veces en total.)
En una vida tan turbulenta como aquella, con tantos peligros acechando en el horizonte; cargar con la decepción de Shaneji era un pequeñísimo precio a pagar en comparación con la utilidad de mantener viva la ilusión de la muerte de Umikiba Kaido, el amejin exiliado. A él tampoco le había gustado tener que matar, per se, a nadie. De hecho, aquello había cambiado algo en su interior.
En sí mismo. Y en su Marca también.
Había sido el comienzo de su sumersión en aquel mundo oscuro y desalmado.
En el de la criminalidad.
Su cuerpo reposaba endeble en el asiento, frente a su propia cabeza de Dragón. Se sobaba el entrecejo, un tanto confuso, y con mucho menos ánimo que antes. La voz de Ryū fue lo único en aquella insípida vida que habría de lograr la ardua tarea de arrancarlo de los brazos de su ensimismamiento.
—Primer asunto del día, decidir qué hacer con Kaido —dijo a todos los presentes, como el juez que auspicia el juicio preliminar de un acusado—. Ya todos sabemos que pasó el bautizo, pero no se ganó la marca de manera debida. Sugiero darle voz y oído en las reuniones, pero no voto hasta que mate a un asesino de dragón.
—No voy a esperar a que la muerte toque a la puerta de alguno de vosotros para tener que ir a por vuestro verdugo, y que así aceptéis mi total y completa pertenencia a Dragón Rojo —respondió, víctima del orgullo que vivía en su interior desde que tenía uso de razón—. ya os lo dije. Iré a por Uchiha Zaide.
La advertencia de su hermano de clan, visto lo visto; había pasado totalmente desapercibida.
En sí mismo. Y en su Marca también.
Había sido el comienzo de su sumersión en aquel mundo oscuro y desalmado.
En el de la criminalidad.
Su cuerpo reposaba endeble en el asiento, frente a su propia cabeza de Dragón. Se sobaba el entrecejo, un tanto confuso, y con mucho menos ánimo que antes. La voz de Ryū fue lo único en aquella insípida vida que habría de lograr la ardua tarea de arrancarlo de los brazos de su ensimismamiento.
—Primer asunto del día, decidir qué hacer con Kaido —dijo a todos los presentes, como el juez que auspicia el juicio preliminar de un acusado—. Ya todos sabemos que pasó el bautizo, pero no se ganó la marca de manera debida. Sugiero darle voz y oído en las reuniones, pero no voto hasta que mate a un asesino de dragón.
—No voy a esperar a que la muerte toque a la puerta de alguno de vosotros para tener que ir a por vuestro verdugo, y que así aceptéis mi total y completa pertenencia a Dragón Rojo —respondió, víctima del orgullo que vivía en su interior desde que tenía uso de razón—. ya os lo dije. Iré a por Uchiha Zaide.
La advertencia de su hermano de clan, visto lo visto; había pasado totalmente desapercibida.