5/01/2019, 23:35
—No, no lo haré —protestó Shukaku, no obstante—. Porque Akame no llegó a ver el jeto del que le convirtió en esa bonita croqueta.
El Shukaku se removió, incómodo, en sus anillos. Le observó con aquellos ojos dorados, con extrañas formas negras.
—Podría mentirte, claro, como hice antes, como he hecho siempre. Podría torturarte, porque estoy en mi derecho. Al fin y al cabo tienes encerrado al gran Shukaku, Padre del Desierto.
»No entiendo tu reacción, Datsue. ¡JIAJIAJIA! A ver, ¿no es eso de lo que te acusa todo el mundo, incluso tus amigos? ¿No te considera Nabi un liante? ¿No te considera Eri un mentiroso compulsivo? ¡JIAJIAJIA! A ver, ¿entonces qué me echas en cara a mi? ¿Cuántas veces has mentido tú para conseguir algo en tu beneficio, eh, Datsue el Intrépido?
»Pero bueno, no te culpo. Los grandes mienten. No podrás ser nunca como el gran Shukaku, pero te admiro por intentarlo.
El Shukaku se removió, incómodo, en sus anillos. Le observó con aquellos ojos dorados, con extrañas formas negras.
—Podría mentirte, claro, como hice antes, como he hecho siempre. Podría torturarte, porque estoy en mi derecho. Al fin y al cabo tienes encerrado al gran Shukaku, Padre del Desierto.
»No entiendo tu reacción, Datsue. ¡JIAJIAJIA! A ver, ¿no es eso de lo que te acusa todo el mundo, incluso tus amigos? ¿No te considera Nabi un liante? ¿No te considera Eri un mentiroso compulsivo? ¡JIAJIAJIA! A ver, ¿entonces qué me echas en cara a mi? ¿Cuántas veces has mentido tú para conseguir algo en tu beneficio, eh, Datsue el Intrépido?
»Pero bueno, no te culpo. Los grandes mienten. No podrás ser nunca como el gran Shukaku, pero te admiro por intentarlo.
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