5/01/2019, 23:40
Daruu frotó su nariz contra la de Ayame, el máximo contacto físico que podían —y que tal vez debían— tener. Se separó un momento y la miró a los ojos. Ojos de avellana. Antes de que volvieran a ser de color aguamarina.
—Tenemos que confiar en que puedan revertir el sello —dijo—. De todas formas... de todas formas está claro que algo tenemos que hacer con Kokuo. No creo que ella esté muy feliz cuando vuelva a esa jaula de la que habla.
»¿Pero cómo podríamos ayudarla? No pienso dejar que te suicides para liberarla a ella. No lo aceptaré.
—Tenemos que confiar en que puedan revertir el sello —dijo—. De todas formas... de todas formas está claro que algo tenemos que hacer con Kokuo. No creo que ella esté muy feliz cuando vuelva a esa jaula de la que habla.
»¿Pero cómo podríamos ayudarla? No pienso dejar que te suicides para liberarla a ella. No lo aceptaré.