6/01/2019, 03:07
Rōga tenía historia que le ligaba a Kumogakure, lo que hizo suspirar a Ranko.
”Sus… ¿ancestros? ¿Su familia? ¿Habrán estado aquí cuando…?” Miró en derredor, a la ruina del Valle. Una nostalgia ajena cruzó su corazón. ¿Se lamentaría Rōga de que su lugar de origen fuese ahora un sitio de poco más que rocas y agua?
—Yo… —comenzó Ranko, dubitativa. La respuesta era simple: sus pies la habían llevado allí. Fue la aventura y las ganas de explorar Onindo lo que le hicieron arribar a Unraikyo, no la intención de invadir otrora reinos del Rayo. Mas la respuesta que la chica logró conjurar en voz apenas audible no fue muy convincente —. Yo solo… paseaba.
”No creo que te tome en serio si dices eso… ¡Aunque es verdad! De cierta manera…”
Casi al instante, Rōga se tornó más agresivo, al menos con sus palabras. Parecía quererla provocar. Ranko recibió el discurso del amejin y apretó los labios. Cuando él la instó a desafiarlo, Ranko dio un paso atrás, medio colocándose sin querer en una pose de combate. Su mano fue casi instintivamente hacia Higanbana.
—N-no —dijo, alzando ligeramente la voz —. No he… venido a retarte. Disculpa si te interrumpí. Perdón si entré en un sitio... En un sitio importante o sagrado. No fue mi intención.
No estaba en su naturaleza ir por allí peléandose con extranjeros en tierras en ruina. A pesar de ello, Ranko no notó que, en cuanto adoptó una posición de batalla, su mente se había enfocado un poco más.
”No responderé a eso. Kingu-san parece ser un ninja animado, mas no sé si será poderoso, o violento. Además, por lo que pude percibir al llegar, parece ser usuario de Raiton, como Kuumi… No importa. No atacaré. Por respeto, tal como un Sagisō debe de comportarse. Pero si él llegase a dar el primer paso…”
Sus manos se abrieron, listas para moverse en la dirección que requiriera, y sus rodillas permanecían ligeramente flexionadas, preparadas para patear o saltar.
”Sus… ¿ancestros? ¿Su familia? ¿Habrán estado aquí cuando…?” Miró en derredor, a la ruina del Valle. Una nostalgia ajena cruzó su corazón. ¿Se lamentaría Rōga de que su lugar de origen fuese ahora un sitio de poco más que rocas y agua?
—Yo… —comenzó Ranko, dubitativa. La respuesta era simple: sus pies la habían llevado allí. Fue la aventura y las ganas de explorar Onindo lo que le hicieron arribar a Unraikyo, no la intención de invadir otrora reinos del Rayo. Mas la respuesta que la chica logró conjurar en voz apenas audible no fue muy convincente —. Yo solo… paseaba.
”No creo que te tome en serio si dices eso… ¡Aunque es verdad! De cierta manera…”
Casi al instante, Rōga se tornó más agresivo, al menos con sus palabras. Parecía quererla provocar. Ranko recibió el discurso del amejin y apretó los labios. Cuando él la instó a desafiarlo, Ranko dio un paso atrás, medio colocándose sin querer en una pose de combate. Su mano fue casi instintivamente hacia Higanbana.
—N-no —dijo, alzando ligeramente la voz —. No he… venido a retarte. Disculpa si te interrumpí. Perdón si entré en un sitio... En un sitio importante o sagrado. No fue mi intención.
No estaba en su naturaleza ir por allí peléandose con extranjeros en tierras en ruina. A pesar de ello, Ranko no notó que, en cuanto adoptó una posición de batalla, su mente se había enfocado un poco más.
”No responderé a eso. Kingu-san parece ser un ninja animado, mas no sé si será poderoso, o violento. Además, por lo que pude percibir al llegar, parece ser usuario de Raiton, como Kuumi… No importa. No atacaré. Por respeto, tal como un Sagisō debe de comportarse. Pero si él llegase a dar el primer paso…”
Sus manos se abrieron, listas para moverse en la dirección que requiriera, y sus rodillas permanecían ligeramente flexionadas, preparadas para patear o saltar.
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