Uno de los lugares más hermosos conocidos de Ōnindo. Es un sistema de cuevas que bajan y bajan hasta una profundidad insana, con agujeros y caídas de cientos de metros, pero cuyas paredes están formadas en su integridad por cristales de cuarzo de todos los colores y tamaños. Son tremendamente húmedas, llegando a formar lagos subterráneos inmensos, por lo que no se descarta que haya vida en su interior.
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