6/01/2019, 04:53
—A favor.
«Hija de puta. Te pillé con las manos en la masa y ahora te desquitas. ¡Zorra!»
—Ya sabéis lo que pienso. Me parece una estupidez elegir a los nuestros de esta forma. Pero, también me parece una estupidez darle voto a alguien que acabamos de conocer. A favor.
«Si te pareciera una estupidez y tuvieras los huevos, no votarías a favor. Vieja estúpida.»
—A… «No. Tú no, joder; ¡tú no, tío!» — A favor.
Aquel fue el que más de dolió, entre todos. Porque creía que Shaneji, aún en aquella posición tan poco privilegiada, apoyaría a su Hermano de clan. Visto lo visto, se equivocaba.
Pero daba igual. Matemáticamente era imposible sobreponerse a los cuatro votos. Agradecía el apoyo de Kyūtsuki —a quien creía, con pleno convencimiento, que iba a ser su mayor aliada en todo aquel embrollo—. pero sabía que los otros dos, con los que no había tenido interacción alguna hasta que sus espectros sin forma ni fondo aparecieron en la reunión, no iban a apoyarle. ¿Por qué lo harían acaso? después de todo, el desconocido ahí era Kaido. No ellos.
—Decidido entonces. Kaido podrá ver, oír y hablar, pero su palabra no tendrá peso hasta que cumpla su cometido.
El gyojin torció la vista hacia la mujer de la máscara.
—Kyūtsuki-san, tendrás que ponerme al corriente de todo. Partiré en cuanto me reponga de las secuelas del sellado —le dijo, a ella y a todos al mismo tiempo—. ¿algún otro tema que tratar antes de ello?
Miró al líder. Al auspiciante. Y aguardó que la reunión continuara. Su primera congregación como Dragón Rojo. O bueno, casi.
«Hija de puta. Te pillé con las manos en la masa y ahora te desquitas. ¡Zorra!»
—Ya sabéis lo que pienso. Me parece una estupidez elegir a los nuestros de esta forma. Pero, también me parece una estupidez darle voto a alguien que acabamos de conocer. A favor.
«Si te pareciera una estupidez y tuvieras los huevos, no votarías a favor. Vieja estúpida.»
—A… «No. Tú no, joder; ¡tú no, tío!» — A favor.
Aquel fue el que más de dolió, entre todos. Porque creía que Shaneji, aún en aquella posición tan poco privilegiada, apoyaría a su Hermano de clan. Visto lo visto, se equivocaba.
Pero daba igual. Matemáticamente era imposible sobreponerse a los cuatro votos. Agradecía el apoyo de Kyūtsuki —a quien creía, con pleno convencimiento, que iba a ser su mayor aliada en todo aquel embrollo—. pero sabía que los otros dos, con los que no había tenido interacción alguna hasta que sus espectros sin forma ni fondo aparecieron en la reunión, no iban a apoyarle. ¿Por qué lo harían acaso? después de todo, el desconocido ahí era Kaido. No ellos.
—Decidido entonces. Kaido podrá ver, oír y hablar, pero su palabra no tendrá peso hasta que cumpla su cometido.
El gyojin torció la vista hacia la mujer de la máscara.
—Kyūtsuki-san, tendrás que ponerme al corriente de todo. Partiré en cuanto me reponga de las secuelas del sellado —le dijo, a ella y a todos al mismo tiempo—. ¿algún otro tema que tratar antes de ello?
Miró al líder. Al auspiciante. Y aguardó que la reunión continuara. Su primera congregación como Dragón Rojo. O bueno, casi.