6/01/2019, 14:15
—Oye. ¡Oye! Te estoy hablando, al menos dígnate a mirarme a la cara. ¿Quién te crees que eres? ¡¡Oye, tú, insecto!! —El Shukaku se removió, molesto. ¿Pero quién se creía que era ese gusano debilucho para darle la espalda?
Datsue se dio la vuelta, sin embargo, sin prestar a sus quejas mayor atención. Aceptó la mano que le tendía Shukaku de buena gana. Claro, ¿quién no lo haría? ¡Eran todos puntos que sólo beneficiaban a Datsue! Bueno, y a su orgullo, se tuvo que repetir. A su honor. No podía perder contra ese Zorro. Si utilizaba a unos humanos para hacer su trabajo sucio, pues qué coño. Él también tendría su propio General. QUÉ COÑO GENERAL. Tendría a su Hijo del Desierto. Todo el poder para él. Que viniesen, que se iban a cagar. ¡JIA! Se iban a cagar.
Lo que vino después pilló por sorpresa a Shukaku. Muy serio, le observó durante unos largos segundos antes de contestarle.
—No puedo decir que no me alegre que reconozcas mi obvia superioridad con las técnicas de sellado —dijo—, pero no sé si admiras mi grandeza de verdad o sólo me estás haciendo la pelota, Hijo del Desierto. En cualquier caso, honrándome siempre ganarás algo de mi benevolencia, de modo que, te contaré algo:
»Somos entes hechos de chakra. "Morir" es sólo una forma de llamar con vuestro lenguaje a un estado que no se parece tanto a lo que es vuestra... muerte. Al fin y al cabo, nosotros no somos tan patéticos como para dejar que se nos coman los gusanos.
»Nuestro chakra pertenece a la Naturaleza, y se dispersa en ella cuando morimos. Ese sello tuyo... tengo que reconocerlo, es un gran logro. Nada mal para el Hijo del Desierto. Probablemente lo que ocurriría es que al revertirse tu estado en el tiempo, también se revirtiera el sellado Uzumaki de Zoku. Ese sello sólo puede existir si sella ALGO dentro. Tengo la certeza de que mi chakra no tardaría en buscar de nuevo su lugar dentro de ti
»Y así, reviviría anclado a estos aros. A estos tristes aros.
»Dime, ¿me librarías de la prisión, Datsue? Podríamos... podríamos ser compadres. Siempre que reconozcas que yo soy el jefe, claro. Tu Padre.
Datsue se dio la vuelta, sin embargo, sin prestar a sus quejas mayor atención. Aceptó la mano que le tendía Shukaku de buena gana. Claro, ¿quién no lo haría? ¡Eran todos puntos que sólo beneficiaban a Datsue! Bueno, y a su orgullo, se tuvo que repetir. A su honor. No podía perder contra ese Zorro. Si utilizaba a unos humanos para hacer su trabajo sucio, pues qué coño. Él también tendría su propio General. QUÉ COÑO GENERAL. Tendría a su Hijo del Desierto. Todo el poder para él. Que viniesen, que se iban a cagar. ¡JIA! Se iban a cagar.
Lo que vino después pilló por sorpresa a Shukaku. Muy serio, le observó durante unos largos segundos antes de contestarle.
—No puedo decir que no me alegre que reconozcas mi obvia superioridad con las técnicas de sellado —dijo—, pero no sé si admiras mi grandeza de verdad o sólo me estás haciendo la pelota, Hijo del Desierto. En cualquier caso, honrándome siempre ganarás algo de mi benevolencia, de modo que, te contaré algo:
»Somos entes hechos de chakra. "Morir" es sólo una forma de llamar con vuestro lenguaje a un estado que no se parece tanto a lo que es vuestra... muerte. Al fin y al cabo, nosotros no somos tan patéticos como para dejar que se nos coman los gusanos.
»Nuestro chakra pertenece a la Naturaleza, y se dispersa en ella cuando morimos. Ese sello tuyo... tengo que reconocerlo, es un gran logro. Nada mal para el Hijo del Desierto. Probablemente lo que ocurriría es que al revertirse tu estado en el tiempo, también se revirtiera el sellado Uzumaki de Zoku. Ese sello sólo puede existir si sella ALGO dentro. Tengo la certeza de que mi chakra no tardaría en buscar de nuevo su lugar dentro de ti
»Y así, reviviría anclado a estos aros. A estos tristes aros.
»Dime, ¿me librarías de la prisión, Datsue? Podríamos... podríamos ser compadres. Siempre que reconozcas que yo soy el jefe, claro. Tu Padre.
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