—¿Paseando en medio de la nada?
Rōga carcajeó intensamente, pero no en son de burla, simplemente era su manera de mostrarse divertido ante la situación. Calló, pero la sonrisa de su boca nunca desapareció, simplemente se llevó una mano a la cintura y negó con la cabeza.
—¿Lugar sagrado? Pff... Las cosas sólo tienen valor si hay alguien que pueda apreciarlas, las tradiciones solo importan si hay quien las recuerde. Pero aquí no hay nada que apreciar, y del legado de Kumo quedamos muy pocos que guardamos las costumbres—. Volteó la mirada a sus alrededores. En definitiva, todo rastro de lo que alguna vez fue la Aldea Oculta de las Nubes había desaparecido. Donde alguna vez su clan fue estandarte glorioso de los Raikages, se perdió en la memoria de la gente y ahora los Yotsuki corrieron con la suerte de quedar dispersos en todo Ōnindo.
—Jeje— Volvió a posar su vista en la chica. —¿Qué no quieres pelear? Tu boca dice una cosa y tu postura otra, casi luces emocionada diría yo—. Ciertamente, ya no lucía tan nerviosa, aunque decir que estaba emocionada era pasarse. —¿Y si cambiamos la dinámica? No tomes esto cómo una pelea cualquiera entre ninjas extranjeros, quiero que te lo tomes cómo un duelo justo. No tengo absolutamente nada en contra tuya, simplemente quiero estirarme y tú llegaste cómo caída del cielo. Yo no atacaría a alguien a traición sin un motivo de peso.
»Que conste, que fue tu melodía la que me atrajo en primer lugar.
Rōga carcajeó intensamente, pero no en son de burla, simplemente era su manera de mostrarse divertido ante la situación. Calló, pero la sonrisa de su boca nunca desapareció, simplemente se llevó una mano a la cintura y negó con la cabeza.
—¿Lugar sagrado? Pff... Las cosas sólo tienen valor si hay alguien que pueda apreciarlas, las tradiciones solo importan si hay quien las recuerde. Pero aquí no hay nada que apreciar, y del legado de Kumo quedamos muy pocos que guardamos las costumbres—. Volteó la mirada a sus alrededores. En definitiva, todo rastro de lo que alguna vez fue la Aldea Oculta de las Nubes había desaparecido. Donde alguna vez su clan fue estandarte glorioso de los Raikages, se perdió en la memoria de la gente y ahora los Yotsuki corrieron con la suerte de quedar dispersos en todo Ōnindo.
—Jeje— Volvió a posar su vista en la chica. —¿Qué no quieres pelear? Tu boca dice una cosa y tu postura otra, casi luces emocionada diría yo—. Ciertamente, ya no lucía tan nerviosa, aunque decir que estaba emocionada era pasarse. —¿Y si cambiamos la dinámica? No tomes esto cómo una pelea cualquiera entre ninjas extranjeros, quiero que te lo tomes cómo un duelo justo. No tengo absolutamente nada en contra tuya, simplemente quiero estirarme y tú llegaste cómo caída del cielo. Yo no atacaría a alguien a traición sin un motivo de peso.
»Que conste, que fue tu melodía la que me atrajo en primer lugar.