6/01/2019, 22:18
Estaba apoyada en el marco de su ventana, abierta de par en par para disfrutar los primeros rayos del sol matutino que ya se veían salir por entre el horizonte. Estaba despeinada, con parte de su cabello recogido en una vaga trenza a un lado de su cara, adormilada y mirando ensimismada su aldea. Llevaba unos escasos días allí desde su vuelta, pues en el último mes solo había pensado en el cumplimiento de aquella misión que había llevado a cabo lejos de su villa.
Se rascó ligeramente la ceja izquierda y chasqueó la lengua cuando se dio cuenta de que se había olvidado, de nuevo, coger las galletas del estante. ¿Cuánto tiempo hacía que no tomaba algún dulce así para desayunar? Así que se dio la vuelta y a paso lento, se acercó a la encimera donde dejó su taza de chocolate para alcanzar el paquete.
Llevaba días fuera, por lo que no podía evitar pensar que ya era hora de afrontar la situación, pues no era muy favorable y, ante todo, no sabía qué había ocurrido allí en su ausencia, así que solo le quedaba buscar a Nabi o a Datsue para que la pusieran al día. Era cierto que las últimas veces que se habían encontrado no habían acabado bien, pero reconocía que echaba de menos a aquellos dos, eran sus mejores amigos, después de todo.
—Ven... ¡Te tengo! —exclamó una vez alcanzó el paquete.
Lo abrió con cuidado de no romperlo y desparramar todas aquellas galletas —como había ocurrido en un par de ocasiones—, para seleccionar una de ellas y llevársela a la boca.
Crunch, crunch.
Se rascó ligeramente la ceja izquierda y chasqueó la lengua cuando se dio cuenta de que se había olvidado, de nuevo, coger las galletas del estante. ¿Cuánto tiempo hacía que no tomaba algún dulce así para desayunar? Así que se dio la vuelta y a paso lento, se acercó a la encimera donde dejó su taza de chocolate para alcanzar el paquete.
Llevaba días fuera, por lo que no podía evitar pensar que ya era hora de afrontar la situación, pues no era muy favorable y, ante todo, no sabía qué había ocurrido allí en su ausencia, así que solo le quedaba buscar a Nabi o a Datsue para que la pusieran al día. Era cierto que las últimas veces que se habían encontrado no habían acabado bien, pero reconocía que echaba de menos a aquellos dos, eran sus mejores amigos, después de todo.
—Ven... ¡Te tengo! —exclamó una vez alcanzó el paquete.
Lo abrió con cuidado de no romperlo y desparramar todas aquellas galletas —como había ocurrido en un par de ocasiones—, para seleccionar una de ellas y llevársela a la boca.
Crunch, crunch.