7/01/2019, 00:16
—Intento de... ¿intento? ¿Intento de qué? —preguntó Daruu, indignado—. ¡Kokuō! Te he reconocido por tu nombre, estoy aquí, hablando contigo, intentando entenderte. Intentando que nos entendamos —decía, gesticulando con las manos mientras la señalaba a ella y a sí mismo—. Estoy aquí, diciéndote que no me importa dejarte totalmente libre, a cambio de que no intentes salir del cuerpo de Ayame y matarla en el proceso a cada rato. ¡Es lo único que estoy intentando!
Pero Kokuō no respondió, se había cruzado de brazos y mantenía los ojos cerrados, y Daruu se vio resignado a suspirar.
—Pero déjalo. Ya pensaba yo que era un gilipollas iluso. No voy a borrar siglos de rencor con un par de palabras bonitas. Nunca confiarás en nosotros. Y si no confías en nosotros, no podremos confiar en ti... —Daruu se levantó, y comenzó a alejarse por el pasillo.
Pero Kokuō seguía sin reaccionar.
—Se me acaba el tiempo. ¡Ayame! Hoy no hemos podido hablar. Pero sigo pensando en ti, ¿vale? Te quiero...
¿Sinceros? ¿De verdad estaban hablando de liberarla? ¿Dos humanos?
Kokuō lanzó un largo suspiro. Aquellos barrotes la estaban debilitando demasiado. Confiar en la palabra de dos humanos...
La puerta volvía a abrirse. Y allí volvían sus dos torturadores, para obligarla a tomar aquella "medicina".
Pero Kokuō no respondió, se había cruzado de brazos y mantenía los ojos cerrados, y Daruu se vio resignado a suspirar.
—Pero déjalo. Ya pensaba yo que era un gilipollas iluso. No voy a borrar siglos de rencor con un par de palabras bonitas. Nunca confiarás en nosotros. Y si no confías en nosotros, no podremos confiar en ti... —Daruu se levantó, y comenzó a alejarse por el pasillo.
«¡No! ¡No dejes que se vaya así, por favor! ¡Kokuō!»
Pero Kokuō seguía sin reaccionar.
—Se me acaba el tiempo. ¡Ayame! Hoy no hemos podido hablar. Pero sigo pensando en ti, ¿vale? Te quiero...
«¡Daruu...! ¿Por qué has hecho esto, Kokuō? ¡Daruu era sincero! ¡Y yo también!»
¿Sinceros? ¿De verdad estaban hablando de liberarla? ¿Dos humanos?
Kokuō lanzó un largo suspiro. Aquellos barrotes la estaban debilitando demasiado. Confiar en la palabra de dos humanos...
La puerta volvía a abrirse. Y allí volvían sus dos torturadores, para obligarla a tomar aquella "medicina".