7/01/2019, 00:21
No esperaba visita aquel día, así que estaba tan ensimismada comiendo su desayuno que los firmes golpes en su puerta la sobresaltaron. ¿Quién sería a aquellas horas de la mañana? Dejó el paquete justo al lado de la taza que había dejado con anterioridad y se aventuró a abrir la puerta, encontrándose, nada más y nada menos, que con el mismísimo Uzukage en persona.
—¡¿U-Uzukage-sama?! —exclamó la kunoichi, despertándose totalmente de su ensimismamiento al comprobar como en efecto, era el líder de su villa el que acababa de llegar a la puerta de su casa. Sin embargo, la mitad de su cuerpo estaba cubierto por vendas, cosa curiosa pues ella pensaba que nada había ocurrido durante su marcha.
—Buenos días, Eri-san. ¿Puedo pasar a desayunar?
—¡C-claro! Pase, pase, póngase cómodo —pidió abriendo la puerta de par en par para dejarle pasar al interior de su casa—. Uzukage-sama... ¿Está... Está usted bien? ¿Necesita ir al hospital? Perdón mi osadía pero, ¿qué le ha ocurrido? —cuestionó, incapaz de entender como aquel fuerte hombre había terminado así.
—¡¿U-Uzukage-sama?! —exclamó la kunoichi, despertándose totalmente de su ensimismamiento al comprobar como en efecto, era el líder de su villa el que acababa de llegar a la puerta de su casa. Sin embargo, la mitad de su cuerpo estaba cubierto por vendas, cosa curiosa pues ella pensaba que nada había ocurrido durante su marcha.
—Buenos días, Eri-san. ¿Puedo pasar a desayunar?
—¡C-claro! Pase, pase, póngase cómodo —pidió abriendo la puerta de par en par para dejarle pasar al interior de su casa—. Uzukage-sama... ¿Está... Está usted bien? ¿Necesita ir al hospital? Perdón mi osadía pero, ¿qué le ha ocurrido? —cuestionó, incapaz de entender como aquel fuerte hombre había terminado así.