7/01/2019, 00:36
Hanabi le dedicó a Eri una ligera reverencia a modo de agradecimiento, los brazos retirados tras la espalda, y caminó hacia el interior leyendo con la mirada las decoraciones de la entrada con extrema curiosidad.
Ante el bombardeo de preguntas de su jounin, Hanabi alzó la mano, pidiendo un poco de espacio para hablar, y la sonrisa se le torció un punto.
—Han ocurrido... muchas cosas. Me sorprende que no te hayas enterado, con el revuelo que hubo hace un par de noches —dijo—. Pero este cansado Uzukage tiene hambre y está un poco debilucho, ¿podemos hablar cuando estemos sentados? ¿Tienes té rojo? Me encanta el té rojo.
»Además, traigo malas noticias. Muy malas. Y algo difíciles de digerir. Así que será mejor que hablemos con tranquilidad. —Ahí ya la sonrisa de Hanabi había desaparecido por completo.
Ante el bombardeo de preguntas de su jounin, Hanabi alzó la mano, pidiendo un poco de espacio para hablar, y la sonrisa se le torció un punto.
—Han ocurrido... muchas cosas. Me sorprende que no te hayas enterado, con el revuelo que hubo hace un par de noches —dijo—. Pero este cansado Uzukage tiene hambre y está un poco debilucho, ¿podemos hablar cuando estemos sentados? ¿Tienes té rojo? Me encanta el té rojo.
»Además, traigo malas noticias. Muy malas. Y algo difíciles de digerir. Así que será mejor que hablemos con tranquilidad. —Ahí ya la sonrisa de Hanabi había desaparecido por completo.