7/01/2019, 04:48
(Última modificación: 7/01/2019, 04:54 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
Entonces, cuando Kaido dejó la palabra; Shaneji intervino. Y vaya que lo hizo bien.
—Hay un tema que quiero tratar, sí. ¡Juuuuujujujujuju! El omoide —la intriga azotó a los dragones, a la par de que Kaido volvía unos cuántos días atrás, a aquel episodio en el barco que les trajo hasta el País del Agua. De la reacción de Shaneji cuando encontró a aquel marinero hinchado de vena con esa droga maldita —. Hay que quitarse de esa mierda, ¡ya!
Aquella vez, le había dado la misma impresión que ahora. Que su Hermano de clan no parecía estar muy a favor de comercializar ese veneno. Katame, a diferencia de él, sí que lo estaba. ¿Y el resto de los Dragones?
Uno de los dos desconocidos habló.
—Usted debe estal de bloma, ¿cielto? Sabe usted cuánto money hicimos en el último año, ¿papi? Más que en los últimos cinco con la yelba. Está todo en la caltilla de dragón —a juzgar por cómo hablaba, Kaido supuso que aquel hombre respiraba literalmente del dinero, y por qué no, era el contable de Dragón Rojo como una entidad que ha de tener sus libros en regla—. Revíselo usted mismo, papi. A vel, ¿pol qué se le metió en la cabeza semejante suicidio emplesalial?
Par de ojos aguamarina se postraron sobre la endeble y borrosa figura del cabeza, cuya voz, melodiosa y agraciada, no se apareaba en sintonía con su pronunciación. A veces pronunciaba la R, a veces no. Y su jerga era mundana, digna de algún hueco podrido de alguna ciudad de bajos recursos. Kaido frunció el ceño intentando recordar si había escuchado semejante entonación en algún lado. Y también porque sintió en su propia piel la rabia que estaba a punto de explotar cual volcán de su congénere.
Fue sólo entonces, tras la intervención de Shaneji, que Kaido empezó a cuestionarse realmente cuál era el objetivo de la organización. Él había sido enfático en el hecho de que la meta era devolver al País del Agua a su antigua gloria. ¿Cómo lograr aquello, según su juicio, si aportabas a su propia decadencia? tenía muchísimo sentido. Incluso estando sometido a la voluntad de la Marca que ahora yacía plasmada en su brazo, a modo de tatuaje, lo tenía.
Una larga y tendida mirada simpática cayó sobre Shaneji, luego de inspeccionar las reacciones de resto. Sólo en Otohime encontró contrariedad. En el resto, nada.
«¿Para qué cojones quiere que opine, si no lo vais a tomar en cuenta? hijos de puta» —pensó, descargándose consigo mismo—. «cuida de tus aliados, Kaido. Ahora mismo tienes pocos. Fállale a Shaneji en ésta y te saltará el puto charco. Entonces ve olvidántote de Daseru, y todo lo que se esconde en su puto océano»
—Opino que ōnindo es jodidamente grande. ¿Qué sentido tiene cagar en tu propio patio, eh? no es como que te interese dormir con el olor a mierda metiéndose por tu ventana —se inclinó hacia adelante y entrelazó los dedos de ambas manos—. no sé como operáis el negocio, pero Shaneji tiene algo de razón. Si lo que queréis es que este país prospere, no lo lograrán si lo empujan continuamente hacia la jodida decadencia. Además, si quieres seguir lucrándote, papi, harías bien en montar tus redes de distribución lo más lejos posible de aquí. A eso se le llama "aislar el negocio" de posibles retaliaciones.
—Hay un tema que quiero tratar, sí. ¡Juuuuujujujujuju! El omoide —la intriga azotó a los dragones, a la par de que Kaido volvía unos cuántos días atrás, a aquel episodio en el barco que les trajo hasta el País del Agua. De la reacción de Shaneji cuando encontró a aquel marinero hinchado de vena con esa droga maldita —. Hay que quitarse de esa mierda, ¡ya!
Aquella vez, le había dado la misma impresión que ahora. Que su Hermano de clan no parecía estar muy a favor de comercializar ese veneno. Katame, a diferencia de él, sí que lo estaba. ¿Y el resto de los Dragones?
Uno de los dos desconocidos habló.
—Usted debe estal de bloma, ¿cielto? Sabe usted cuánto money hicimos en el último año, ¿papi? Más que en los últimos cinco con la yelba. Está todo en la caltilla de dragón —a juzgar por cómo hablaba, Kaido supuso que aquel hombre respiraba literalmente del dinero, y por qué no, era el contable de Dragón Rojo como una entidad que ha de tener sus libros en regla—. Revíselo usted mismo, papi. A vel, ¿pol qué se le metió en la cabeza semejante suicidio emplesalial?
Par de ojos aguamarina se postraron sobre la endeble y borrosa figura del cabeza, cuya voz, melodiosa y agraciada, no se apareaba en sintonía con su pronunciación. A veces pronunciaba la R, a veces no. Y su jerga era mundana, digna de algún hueco podrido de alguna ciudad de bajos recursos. Kaido frunció el ceño intentando recordar si había escuchado semejante entonación en algún lado. Y también porque sintió en su propia piel la rabia que estaba a punto de explotar cual volcán de su congénere.
Fue sólo entonces, tras la intervención de Shaneji, que Kaido empezó a cuestionarse realmente cuál era el objetivo de la organización. Él había sido enfático en el hecho de que la meta era devolver al País del Agua a su antigua gloria. ¿Cómo lograr aquello, según su juicio, si aportabas a su propia decadencia? tenía muchísimo sentido. Incluso estando sometido a la voluntad de la Marca que ahora yacía plasmada en su brazo, a modo de tatuaje, lo tenía.
Una larga y tendida mirada simpática cayó sobre Shaneji, luego de inspeccionar las reacciones de resto. Sólo en Otohime encontró contrariedad. En el resto, nada.
«¿Para qué cojones quiere que opine, si no lo vais a tomar en cuenta? hijos de puta» —pensó, descargándose consigo mismo—. «cuida de tus aliados, Kaido. Ahora mismo tienes pocos. Fállale a Shaneji en ésta y te saltará el puto charco. Entonces ve olvidántote de Daseru, y todo lo que se esconde en su puto océano»
—Opino que ōnindo es jodidamente grande. ¿Qué sentido tiene cagar en tu propio patio, eh? no es como que te interese dormir con el olor a mierda metiéndose por tu ventana —se inclinó hacia adelante y entrelazó los dedos de ambas manos—. no sé como operáis el negocio, pero Shaneji tiene algo de razón. Si lo que queréis es que este país prospere, no lo lograrán si lo empujan continuamente hacia la jodida decadencia. Además, si quieres seguir lucrándote, papi, harías bien en montar tus redes de distribución lo más lejos posible de aquí. A eso se le llama "aislar el negocio" de posibles retaliaciones.