Yamata-no-Orochi

[Uchiha Datsue]

Shaneji asintió con conformidad ante las palabras de su hermano de agua.

—¡Juuuujujujuju! ¡Viste, Money! ¡Un hombre que habla claro!

La figura espectral desvió la mirada hacia Shaneji, y aún sin poder vérsele la cara, se podía apreciar en sus ojos verdes que estaba sonriendo.

—Y, pues, lástima que usted no votase a su favol para que su palabra tuviese peso, ¿cielto?

Las mejillas azuladas de Shaneji se acaloraron como si le hubiesen metido un buen bofetón.

—No sabe lo que dice, papi. —Volvía a mirar a Kaido—. Este negocio no es como la tienda de gominolas que pudo usted tenel. Aquí se necesita estál encima, y pues sino la competencia se le sube a las parras, ¿sabe? Hay que estal activo. Y, pues, eso no se consigue teniendo el negocio a cien mil Sunshins de donde duelme, ¿sabe?

Otohime, la especialista en fuuinjutsu, carraspeó.

—Yo no creo que vaya a decir esto, pero… Estoy de acuerdo con Shaneji. —No parecía decir aquello muy a menudo, por la cara de sorpresa que puso el propio Shaneji—. Nos hemos recompuesto del golpetazo que nos llevamos tras lo de Uchiha Zaide, es hora de mirar hacia adelante.

—Sabéis de sobra que necesitamos el dinero para financiar nuestros planes —intervino Ryū—. Y si no somos nosotros los que la vendemos, serán otros. —Para él, el problema de las drogas iba a pasar con o sin ellos. Y, dicho sea de paso, tampoco parecía que le importase demasiado—. ¿Tienes un plan alternativo para financiarnos al mismo nivel, Shaneji?

Shaneji abrió la boca… y tuvo que cerrarla al no encontrar respuesta.

—Yo sigo estando con Shaneji —le escudó Kyūtsuki, que al portar máscara, uno nunca sabía muy bien en qué estaba pensando—. El omoide aporta dinero, pero nos distrae de nuestro verdadero objetivo. Tenemos que destinar tantos esfuerzos y recursos en mantenerlo funcionando que no tenemos tiempo para lo importante.

Muñeca todavía no había abierto la boca, limitándose a escuchar los argumentos de unos y otros sin intervenir. Tampoco la anciana de ojos marrones había dicho nada.

Aquella iba a ser una votación reñida.