7/01/2019, 23:32
(Última modificación: 8/01/2019, 18:36 por Sagiso Ranko. Editado 2 veces en total.
Razón: La diferencia de altura es de casi 10cm, no casi 20cm. Ups.
)
Ranko se sentía algo incómoda al ser llevada por el peliblanco. No estaba intranquila, simplemente creía ser una molestia para el chico. Cuando abrió los ojos, una fría brisa se llevó parte de su pena. No había tantas personas en aquella pequeña pero acogedora estancia. No había tantas flores como le hubiese gustado, solo algunos matorrales en el borde de todo, y algunos arbustos aquí y allá. Lo más prominente era la fuente, a la cual se dirigieron. O mejor dicho, él la dirigió a ella.
—S-s-sí… Se-se-ntarse. —Ranko, roja como siempre y como nunca, no se resistió ante los movimientos del chico. Pensó que, si él la hubiese empujado violentamente, o si hubiese sido grosero con ella, ella le habría devuelto los golpes con decisión.
”¡Pero es que está siendo amable! Se dio cuenta de que yo no estaba bien, y me trajo al jardín, que es a donde quería ir. No está siendo nada malo, ¿o sí?”
Sin embargo, no se sentó tan rápido. Escapó suavemente del agarre del chico para asomarse a la fuente. Un tomate con una trenza le devolvió la mirada entre lirios de agua sin florecer. Respiró profundamente. Alzó la cabeza y miró en derredor. Sus ojos pasaron por encima de la gente hacia las plantas que adornaban la estancia. Reconoció hortensias del lado izquierdo y camelias del lado derecho. Detrás de la fuente atisbó un joven árbol de mimosas. Flores de invierno. Suspiró y se perdió un momento en su pensamiento.
”La primavera es conocida por traer un sinfín de flores, pero… ¿qué pasa con las flores invernales? ¿Mueren ante sus hermanas más famosas? ¿Cambian de color y fingen que están vivas? ¿Caen dormidas en botones por muchos meses hasta que el frío las abraza de nuevo?”
Casi sin darse cuenta, con la mirada hacia un lado, Ranko se sentó al lado del peliazul. En el banco, la diferencia de casi diez centímetros de altura entre ambos se hacía un poquito menos evidente. Cuando la kunoichi regresó el rostro hacia la izquierda y recordó que estaba acompañada, el rojo que se había ido momentáneamente de su cara regresó casi al instante.
—Ahm… Eh… Ehm… Ah… ¡Ranko! —Se le ocurrió presentarse, colocando su palma contra su pecho, como si estuviese intentando darse a entender con alguien que no hablara español —. Sagisō… Sagisō Ranko es… Es mi nombre.
—S-s-sí… Se-se-ntarse. —Ranko, roja como siempre y como nunca, no se resistió ante los movimientos del chico. Pensó que, si él la hubiese empujado violentamente, o si hubiese sido grosero con ella, ella le habría devuelto los golpes con decisión.
”¡Pero es que está siendo amable! Se dio cuenta de que yo no estaba bien, y me trajo al jardín, que es a donde quería ir. No está siendo nada malo, ¿o sí?”
Sin embargo, no se sentó tan rápido. Escapó suavemente del agarre del chico para asomarse a la fuente. Un tomate con una trenza le devolvió la mirada entre lirios de agua sin florecer. Respiró profundamente. Alzó la cabeza y miró en derredor. Sus ojos pasaron por encima de la gente hacia las plantas que adornaban la estancia. Reconoció hortensias del lado izquierdo y camelias del lado derecho. Detrás de la fuente atisbó un joven árbol de mimosas. Flores de invierno. Suspiró y se perdió un momento en su pensamiento.
”La primavera es conocida por traer un sinfín de flores, pero… ¿qué pasa con las flores invernales? ¿Mueren ante sus hermanas más famosas? ¿Cambian de color y fingen que están vivas? ¿Caen dormidas en botones por muchos meses hasta que el frío las abraza de nuevo?”
Casi sin darse cuenta, con la mirada hacia un lado, Ranko se sentó al lado del peliazul. En el banco, la diferencia de casi diez centímetros de altura entre ambos se hacía un poquito menos evidente. Cuando la kunoichi regresó el rostro hacia la izquierda y recordó que estaba acompañada, el rojo que se había ido momentáneamente de su cara regresó casi al instante.
—Ahm… Eh… Ehm… Ah… ¡Ranko! —Se le ocurrió presentarse, colocando su palma contra su pecho, como si estuviese intentando darse a entender con alguien que no hablara español —. Sagisō… Sagisō Ranko es… Es mi nombre.
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