8/01/2019, 00:29
—Y, pues, lástima que usted no votase a su favol para que su palabra tuviese peso, ¿cielto?
«Touché»
»Este negocio no es como la tienda de gominolas que pudo usted tenel. Aquí se necesita estál encima, y pues sino la competencia se le sube a las parras, ¿sabe? Hay que estal activo. Y, pues, eso no se consigue teniendo el negocio a cien mil Sunshins de donde duelme, ¿sabe?
—Adiestra a otros para que estén activos y encima por ti, entonces. A eso se le llama —repitió, otra vez, como si le estuviese dando una clase de Empresario para tontos—. gerenciar, Money.
Vistió su rostro de una sonrisa socarrona y agrandada. Entonces volteó a ver a Otohime.
—Yo no creo que vaya a decir esto, pero… Estoy de acuerdo con Shaneji. Nos hemos recompuesto del golpetazo que nos llevamos tras lo de Uchiha Zaide, es hora de mirar hacia adelante.
—Sabéis de sobra que necesitamos el dinero para financiar nuestros planes —contestó el Líder—. Y si no somos nosotros los que la vendemos, serán otros. ¿Tienes un plan alternativo para financiarnos al mismo nivel, Shaneji?
Shaneji calló. Y es que así, a priori, a Kaido tampoco se le hubiera ocurrido nada decente. Por suerte, nadie le increpó a él de nuevo, y fue Kyūtsuki la que intervino.
—Yo sigo estando con Shaneji. El omoide aporta dinero, pero nos distrae de nuestro verdadero objetivo. Tenemos que destinar tantos esfuerzos y recursos en mantenerlo funcionando que no tenemos tiempo para lo importante.
—Sí. La droga al final acaba siendo igual de adictiva para el que la consume como para el que la comercializa. Mejor cortarlo ahora de raíz, que antes de alcanzar el punto de no retorno —alegó—. ¿habéis incursionado ya en el negocio de las armas?
Un pensamiento turbio le golpeó el cogote. Una idea. Ínfima, sin que germinase del todo. Pero era un comienzo.
»Conozco a un hombre que, con un buen plan de negocio, puede darnos acceso al rubro como sólo pocos podrían hacerlo en todo ōnindo. Es un artesano. Oriundo de los Herreros.
Soroku era su nombre.
«Touché»
»Este negocio no es como la tienda de gominolas que pudo usted tenel. Aquí se necesita estál encima, y pues sino la competencia se le sube a las parras, ¿sabe? Hay que estal activo. Y, pues, eso no se consigue teniendo el negocio a cien mil Sunshins de donde duelme, ¿sabe?
—Adiestra a otros para que estén activos y encima por ti, entonces. A eso se le llama —repitió, otra vez, como si le estuviese dando una clase de Empresario para tontos—. gerenciar, Money.
Vistió su rostro de una sonrisa socarrona y agrandada. Entonces volteó a ver a Otohime.
—Yo no creo que vaya a decir esto, pero… Estoy de acuerdo con Shaneji. Nos hemos recompuesto del golpetazo que nos llevamos tras lo de Uchiha Zaide, es hora de mirar hacia adelante.
—Sabéis de sobra que necesitamos el dinero para financiar nuestros planes —contestó el Líder—. Y si no somos nosotros los que la vendemos, serán otros. ¿Tienes un plan alternativo para financiarnos al mismo nivel, Shaneji?
Shaneji calló. Y es que así, a priori, a Kaido tampoco se le hubiera ocurrido nada decente. Por suerte, nadie le increpó a él de nuevo, y fue Kyūtsuki la que intervino.
—Yo sigo estando con Shaneji. El omoide aporta dinero, pero nos distrae de nuestro verdadero objetivo. Tenemos que destinar tantos esfuerzos y recursos en mantenerlo funcionando que no tenemos tiempo para lo importante.
—Sí. La droga al final acaba siendo igual de adictiva para el que la consume como para el que la comercializa. Mejor cortarlo ahora de raíz, que antes de alcanzar el punto de no retorno —alegó—. ¿habéis incursionado ya en el negocio de las armas?
Un pensamiento turbio le golpeó el cogote. Una idea. Ínfima, sin que germinase del todo. Pero era un comienzo.
»Conozco a un hombre que, con un buen plan de negocio, puede darnos acceso al rubro como sólo pocos podrían hacerlo en todo ōnindo. Es un artesano. Oriundo de los Herreros.
Soroku era su nombre.