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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#19
Está bien, Sagizō Ranko-san, tómalo con calma —recomendó, levantando una palma hacia ella y quitándole importancia a la necesidad de hablar.

Le resultaba curioso el imaginar a una persona incapaz de comunicarse por cuestión de los nervios. Había leído que en casos de temor extremo el cuerpo puede paralizarse y la voz perderse, y creía que lo mejor era no forzarse más de lo necesario en esas situaciones.

Hace un poco de frio, pero el aire invernal es agradable —dijo mientras exhalaba y dejaba escapar un suspiro, para luego estirar su cuello y disipar la tensión—. Seguro que nos hará bien a ambos.

Kazuma se recostó en el asiento y trato de poner en orden sus pensamientos. Ayudar a aquella chica le había servido para olvidarse durante un rato de sus propios nervios, pero ahora parecían querer retomar el espacio que en su mente les correspondían. Y ahora esos mismos nervios le habían dado ganas de probar algo dulce, de un poco de azúcar para darle energía anímica.

¿Quieres uno? —pregunto, mientras extendía hacia Ranko una de aquellas populares barras alimenticias, de esas que están rellenas de jalea—. Estas cosas son de lo mejor que he probado, sin duda una gran invención, casi tan buenas como el pan caliente.

Que considerara algo tan común una “maravilla” demostraba que no era alguien acostumbrado a visitar una tienda comercial moderna; tal como aquellos ancianos que obtienen todo lo que necesitan de los puestos de venta de carnes y vegetales, donde trabajan otros ancianos que venden mercancia y productos tradicionales.

Es delicioso —dijo, sonriendo tenuemente, mientras que la cobertura se resquebrajaba y vertía la rojiza jalea en su paladar—. Aunque no tiene el sabor de la fresa de verdad.
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Mensajes en este tema
RE: Los poetas ocultos entre la hierba - por Hanamura Kazuma - 8/01/2019, 04:27


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