8/01/2019, 17:49
El comentario de Rōga acerca de la mirada de Ranko le hizo ganar algo de rubor en sus mejillas. Él adoptó su propia pose de combate, colocando las manos con los dedos flexionados.
”No conozco esa postura. ¿Será un estilo personal? ¡Ya quiero verlo en acción!”
Por un momento, imaginó que el tiempo se detenía. Auras poderosas se levantaban alrededor de ambos contendientes. La de Ranko se mostraba como un conejo etéreo. La de Rōga era una bestia sin forma. Siempre imaginaba a Kuumi como una tigresa, así que vio a una especie de depredador, con garras y colmillos, detrás del peliazul. ”Ya le preguntaré cuál es su animal favorito.”
Rōga comenzó a moverse con un salto.
”¡Aquí viene! ¿Debería de esperar a ver qué hace su estilo? No, no sé si lo resistiré… Hay que ser prudente, ése sería el consejo de mi padre. ¡Hora de hacer valer todos esos días de entrenamiento!”
En lo que Rōga daba un segundo y tercer salto, todos contados en voz alta, Ranko había hecho ya cuatro sellos.
—¡Doton! —La kunoichi imaginó que su oponente atacaría con sus manos, aunque no tuvo tiempo de ver ningún golpe, pues su vista fue bloqueada por un muro de tierra de dos metros de ancho por tres de alto. Gracias al terreno en el que lo había conjurado, el muro se veía algo rugoso, pero, tal como Ranko lo había practicado, en el centro de él se podía apreciar el emblema de la familia Sagisō: una orquídea garza blanca —. ¡Doryūheki!
Esperaba percibir el sonido de un puñetazo contra el muro, pero en lugar de eso se escuchó un potente tronido y se vieron relámpagos que rasgaron la pared horizontalmente. Justo en ese momento, Ranko aparecía por encima del muro, apoyándose de su escalada vertical, viendo con rostro totalmente serio a un Rōga firme, pero emocionado por el combate, como si llevase tiempo deseándolo.
”¡Confirmado! ¡Kingu-san es usuario de Raiton, tal como Kuumi! ¡Debo ser extra cuidadosa con mi Ninjutsu!” pensó la chica.
El muro de tierra había quedado dañado, con una hendidura a un tercio de altura, como quien pasa un dedo sobre una barra suave de chocolate, pero resistiría un poco más. Ranko se apoyó en su borde para dar un fuerte salto y pasar por encima del chico en dirección al agua, cayendo varios metros detrás de él. Se posó sobre la superficie con suma habilidad y ligereza, pues ya había demostrado antes tener el control suficiente del chakra como para caminar sobre el líquido. Luego se volvió hacia Rōga.
Ahora, en terreno nivelado en la superficie del agua, adoptó una pose algo diferente. La pierna izquierda hacia adelante, casi estirada, mientras la pierna derechaa estaba flexionada. Su brazo izquierdo estaba flexionado, con el codo paralelo a la pierna y el antebrazo a noventa grados; mientras que su brazo derecho estaba ligeramente flexionado a la altura de su cabeza, con el antebrazo perpendicular al suelo. Su mirada estaba firme como nunca, incluso más que su pose. Parecía un triángulo, inamovible, concreto y fuerte.
”Debo de esperar el momento preciso para atacar. Una apertura, una distracción…” pensó Ranko.
No sabía si la estructura de roca donde había estado, y donde Rōga seguía, resistiría mucho. Especialmente después de haber utilizado Doton sobre ella. Pero ya el Valle de Unraikyo estaba en ruinas. ¿Qué más podrían romper?
”No conozco esa postura. ¿Será un estilo personal? ¡Ya quiero verlo en acción!”
Por un momento, imaginó que el tiempo se detenía. Auras poderosas se levantaban alrededor de ambos contendientes. La de Ranko se mostraba como un conejo etéreo. La de Rōga era una bestia sin forma. Siempre imaginaba a Kuumi como una tigresa, así que vio a una especie de depredador, con garras y colmillos, detrás del peliazul. ”Ya le preguntaré cuál es su animal favorito.”
Rōga comenzó a moverse con un salto.
”¡Aquí viene! ¿Debería de esperar a ver qué hace su estilo? No, no sé si lo resistiré… Hay que ser prudente, ése sería el consejo de mi padre. ¡Hora de hacer valer todos esos días de entrenamiento!”
En lo que Rōga daba un segundo y tercer salto, todos contados en voz alta, Ranko había hecho ya cuatro sellos.
—¡Doton! —La kunoichi imaginó que su oponente atacaría con sus manos, aunque no tuvo tiempo de ver ningún golpe, pues su vista fue bloqueada por un muro de tierra de dos metros de ancho por tres de alto. Gracias al terreno en el que lo había conjurado, el muro se veía algo rugoso, pero, tal como Ranko lo había practicado, en el centro de él se podía apreciar el emblema de la familia Sagisō: una orquídea garza blanca —. ¡Doryūheki!
Esperaba percibir el sonido de un puñetazo contra el muro, pero en lugar de eso se escuchó un potente tronido y se vieron relámpagos que rasgaron la pared horizontalmente. Justo en ese momento, Ranko aparecía por encima del muro, apoyándose de su escalada vertical, viendo con rostro totalmente serio a un Rōga firme, pero emocionado por el combate, como si llevase tiempo deseándolo.
”¡Confirmado! ¡Kingu-san es usuario de Raiton, tal como Kuumi! ¡Debo ser extra cuidadosa con mi Ninjutsu!” pensó la chica.
El muro de tierra había quedado dañado, con una hendidura a un tercio de altura, como quien pasa un dedo sobre una barra suave de chocolate, pero resistiría un poco más. Ranko se apoyó en su borde para dar un fuerte salto y pasar por encima del chico en dirección al agua, cayendo varios metros detrás de él. Se posó sobre la superficie con suma habilidad y ligereza, pues ya había demostrado antes tener el control suficiente del chakra como para caminar sobre el líquido. Luego se volvió hacia Rōga.
Ahora, en terreno nivelado en la superficie del agua, adoptó una pose algo diferente. La pierna izquierda hacia adelante, casi estirada, mientras la pierna derechaa estaba flexionada. Su brazo izquierdo estaba flexionado, con el codo paralelo a la pierna y el antebrazo a noventa grados; mientras que su brazo derecho estaba ligeramente flexionado a la altura de su cabeza, con el antebrazo perpendicular al suelo. Su mirada estaba firme como nunca, incluso más que su pose. Parecía un triángulo, inamovible, concreto y fuerte.
”Debo de esperar el momento preciso para atacar. Una apertura, una distracción…” pensó Ranko.
No sabía si la estructura de roca donde había estado, y donde Rōga seguía, resistiría mucho. Especialmente después de haber utilizado Doton sobre ella. Pero ya el Valle de Unraikyo estaba en ruinas. ¿Qué más podrían romper?
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