12/01/2019, 17:56
—Estuviste a punto de reventar una grada llena de gente inocente porque esa rata asquerosa de... Datsue —Daruu casi escupió el nombre al pronunciarlo— te provocó.
Ayame quiso replicar, pero Daruu, furibundo, no le dio tiempo a hacerlo:
—¿Y Eri? ¿Ordenada por Akame? Hubo un momento del pasado en el que Akame me persiguió para matarme, también acompañado de otra chica llamada Eri, fíjate tú que casualidad. ¿Sabes qué es lo que dijo, Ayame? ¿Sabes qué es lo que dijo? Adivina. "Sólo seguía órdenes". Pues bien, en esta ocasión es él el que las da. ¿Quién nos dice que no será Eri la mano ejecutora en el futuro? ¿Crees que eso le excusa de algo?
—¡Pero...! —exclamó Ayame, pero Daruu se había levantado y ya se estaba dirigiendo a la puerta de salida del calabozo.
—No quiero hablar más del tema, mañana volveré.
Un sonoro portazo fue lo último que hizo retumbar el corazón maltrecho de la muchacha, que había roto a llorar en silencio al tiempo que sus cabellos volvían a aclararse mientras Kokuō retomaba el control.
Recluida de nuevo en el interior de su jaula, sin ganas de moverse siquiera, Ayame se aovilló aún más, sintiéndose más sola que nunca. No le había dado tiempo a explicarse. No le había dejado tiempo para pedirle que le dijera a su padre que deseaba verle antes de que todo aquello culminara... por lo que pudiera pasar. Simplemente, la había dejado allí abandonada de mala manera.
Ayame quiso replicar, pero Daruu, furibundo, no le dio tiempo a hacerlo:
—¿Y Eri? ¿Ordenada por Akame? Hubo un momento del pasado en el que Akame me persiguió para matarme, también acompañado de otra chica llamada Eri, fíjate tú que casualidad. ¿Sabes qué es lo que dijo, Ayame? ¿Sabes qué es lo que dijo? Adivina. "Sólo seguía órdenes". Pues bien, en esta ocasión es él el que las da. ¿Quién nos dice que no será Eri la mano ejecutora en el futuro? ¿Crees que eso le excusa de algo?
—¡Pero...! —exclamó Ayame, pero Daruu se había levantado y ya se estaba dirigiendo a la puerta de salida del calabozo.
—No quiero hablar más del tema, mañana volveré.
Un sonoro portazo fue lo último que hizo retumbar el corazón maltrecho de la muchacha, que había roto a llorar en silencio al tiempo que sus cabellos volvían a aclararse mientras Kokuō retomaba el control.
Recluida de nuevo en el interior de su jaula, sin ganas de moverse siquiera, Ayame se aovilló aún más, sintiéndose más sola que nunca. No le había dado tiempo a explicarse. No le había dejado tiempo para pedirle que le dijera a su padre que deseaba verle antes de que todo aquello culminara... por lo que pudiera pasar. Simplemente, la había dejado allí abandonada de mala manera.