12/01/2019, 20:46
«Joder, pensé que iba a colar. Es imbécil, pero no tonto»
Kaido tomó los billetes —que se antojaban pocos, en comparación con los que aún permanecían en el fajo de Money—. y los guardó en su equipaje. Sin responder a nada, pues no iba a caer en la promesa de que Money recuperara ni toda ni gran parte de su inversión; el tiburón se levantó del asiento tras la advertencia del anciano que atendía la barra. Los gritos que provenían desde el piso inferior delataban con evidencia lo que allí estaba sucediendo: Masumi se estaba divirtiendo con su extraña capacidad de infligir dolor con el nimio gesto de una simple caricia.
Al llegar a los linderos de la mesa de billar, Kaido increpó a su compañera.
—Muñeca, estamos listos. ¿Nos vamos?
Kaido tomó los billetes —que se antojaban pocos, en comparación con los que aún permanecían en el fajo de Money—. y los guardó en su equipaje. Sin responder a nada, pues no iba a caer en la promesa de que Money recuperara ni toda ni gran parte de su inversión; el tiburón se levantó del asiento tras la advertencia del anciano que atendía la barra. Los gritos que provenían desde el piso inferior delataban con evidencia lo que allí estaba sucediendo: Masumi se estaba divirtiendo con su extraña capacidad de infligir dolor con el nimio gesto de una simple caricia.
Al llegar a los linderos de la mesa de billar, Kaido increpó a su compañera.
—Muñeca, estamos listos. ¿Nos vamos?