13/01/2019, 01:27
CRRRIEEEEEK. La puerta volvió a abrirse, con su chirrido habitual. Bueno, no era su chirrido habitual. Era mucho más... estridente. BAM. El acero tosió e hizo vibrar los barrotes de las escasas celdas del calabozo de la Torre de la Arashikage. Tud, tud, tud. Pasos firmes, decididos, casi enfadados.
La sombra de un águila envolvió a Kokuo en la oscuridad.
—Tú —ladró Aotsuki Zetsuo, mirándola con desprecio desde la seguridad de las alturas, con los brazos detrás de la espalda—. Quiero hablar con mi hija. Vamos, cambia.
La sombra de un águila envolvió a Kokuo en la oscuridad.
—Tú —ladró Aotsuki Zetsuo, mirándola con desprecio desde la seguridad de las alturas, con los brazos detrás de la espalda—. Quiero hablar con mi hija. Vamos, cambia.