13/01/2019, 17:38
Los guardias volvieron a entrar poco después, uno de ellos portando un cubo lleno de agua con cubos de hielo y un fardo de telas indistinguibles. Invadieron su celda, y aunque Kokuō se resistió con fiereza, terminaron por reducirla de nuevo, haciendo caso omiso a sus alaridos y sus quejas. Le limpiaron la sangre del rostro utilizando gasas mojadas y frías, pero nada pudieron hacer por su labio hinchado y amoratado. Dejaron el cubo con las gasas en un rincón de la celda y le indicaron de mala gana que se las aplicara regularmente en el labio para reducir la hinchazón. Antes de salir, también dejaron el fardo de telas sobre la cama. Ropa limpia, comprobó Kokuō. Ropa de prisionera: toda ella de color blanco, el conjunto consistía en unos pantalones blancos, una chaqueta para tolerar el frío y una camiseta que se anudaba detrás de su cuello... dejando el centro de la espalda al aire.
Kokuō dejó escapar un ronco gruñido y arrojó los ropajes fuera de la celda. ¿Acaso se creían que era estúpida? Prefería apestar a sudor y a sangre que dejar su sello al aire libre para que esos monstruos lo investigaran libremente.
—Si pudiera usar el chakra, ya no estaría aquí —replicó ella, en un furibundo susurro.
El sonido de unos pasos captó su atención entonces. Una persona se acercaba silbando animadamente, y cuando Daruu entró en su rango de visión, Kokuō le taladró con la mirada. El muchacho no tardó en reparar en ella, y su aparente felicidad se transformó instantáneamente en preocupación.
—¡Kokuō! ¿¡Qué ha pasado!? Tu labio...
Ella se palpó el labio, comprobando que no volviera a sangrar de nuevo.
—Un intercambio de diferencias... con Aotsuki Zetsuo —siseó, cortante como el filo de una katana—. Creo que sería mejor que dejaran de hacernos visitas. Todos.
Kokuō dejó escapar un ronco gruñido y arrojó los ropajes fuera de la celda. ¿Acaso se creían que era estúpida? Prefería apestar a sudor y a sangre que dejar su sello al aire libre para que esos monstruos lo investigaran libremente.
«Si pudieras usar el chakra podrías usar mi técnica de regeneración...»
—Si pudiera usar el chakra, ya no estaría aquí —replicó ella, en un furibundo susurro.
El sonido de unos pasos captó su atención entonces. Una persona se acercaba silbando animadamente, y cuando Daruu entró en su rango de visión, Kokuō le taladró con la mirada. El muchacho no tardó en reparar en ella, y su aparente felicidad se transformó instantáneamente en preocupación.
—¡Kokuō! ¿¡Qué ha pasado!? Tu labio...
Ella se palpó el labio, comprobando que no volviera a sangrar de nuevo.
—Un intercambio de diferencias... con Aotsuki Zetsuo —siseó, cortante como el filo de una katana—. Creo que sería mejor que dejaran de hacernos visitas. Todos.