14/01/2019, 19:58
—A pesar de todo lo que hace a veces —dijo Daruu, con un alicaído suspiro—, no podría vivir sin ella. Todo pasará, Ayame.
Ayame no dijo nada más, por lo que Kokuō no emitió ningún mensaje suyo.
—Sí, todo pasará... para ustedes —dijo en voz baja, alzando la mirada al techo. Hizo una breve pausa—. Tienen suerte de tenerse. Usted, Kōri, incluso ese Zetsuo; todos vienen a ver a la señorita.
Suspiró, hundiendo los hombros. Nunca lo admitiría en voz alta, y mucho menos ante un ser humano, pero nunca se había sentido tan sola en el mundo. Había sido libre durante un breve periodo de tiempo a cambio de perder la comunicación con sus hermanos, y ahora que habían vuelto a capturarla ni siquiera podía encontrarse de nuevo con ellos. Sólo estaban ella y Ayame, las visitas que la señorita recibiera y aquellos detestables guardias que bajaban todos los días.
Ayame no dijo nada más, por lo que Kokuō no emitió ningún mensaje suyo.
—Sí, todo pasará... para ustedes —dijo en voz baja, alzando la mirada al techo. Hizo una breve pausa—. Tienen suerte de tenerse. Usted, Kōri, incluso ese Zetsuo; todos vienen a ver a la señorita.
Suspiró, hundiendo los hombros. Nunca lo admitiría en voz alta, y mucho menos ante un ser humano, pero nunca se había sentido tan sola en el mundo. Había sido libre durante un breve periodo de tiempo a cambio de perder la comunicación con sus hermanos, y ahora que habían vuelto a capturarla ni siquiera podía encontrarse de nuevo con ellos. Sólo estaban ella y Ayame, las visitas que la señorita recibiera y aquellos detestables guardias que bajaban todos los días.