14/01/2019, 23:20
La primera comitiva en llegar fue la de la Villa Oculta del Remolino, con Sarutobi Hanabi a la cabeza. El cuerpo entero de Yui se tensó nada más verle, aunque quien lea estas palabras podría esperar una reacción distinta a la que tuvo: una pronunciada sonrisa curvó sus labios, y la mujer enseñó aquellos afilados dientes como cuchillas como si fuera lo más alegre del mundo estar frente a él.
—Es un placer conocerla al fin en persona, Yui-dono. Shanise-san, hola de nuevo.
—Hola, Hanabi. Es curioso, ¿sabes? —contestó Yui apresuradamente, con una alegría impetuosa. Shanise le dirigió una mirada atemorizada de reojo—. No pensé que no te acordarías de mi.
»Ambos éramos bastante más jóvenes. Tú eras el pupilo preferido de Shiona. ¿Recuerdas aquella reunión? En tu villa. Creo que fue en el 197, porque yo acababa de cumplir 15 años.
»Nuestros kage se reuineron, no recuerdo qué trataban. ¿Recuerdas? Yo era esa niña, la otra guarda, la que le pidió el autógrafo. En medio de la reunión. Como ves, los protocolos nunca han ido mucho conmigo. Mi predecesor no se creía que me llevase tan bien con la Uzukage. ¿Sabes? Nos escribimos cartas regularmente hasta que me hice Arashikage.
»Ahora... soy yo la que no me creo que Uzushiogakure y Amegakure se lleven tan mal. ¿Intentemos que todo vaya rodado, eh, muchachito? Y tal vez podamos resolver nuestras diferencias en un sparring otro día. Sabía de qué pasta estaba hecha Shiona, pero a ti te tengo ganas.
Yui apretó los puños, apoyados sobre la mesa.
Shanise se aclaró la garganta.
—Antes de que Kenzou llegue, me gustaría comenzar pidiéndole disculpas, Hanabi-dono. Por mi comportamiento en el estadio.
El ANBU a la izquierda de Yui tembló, inquieto.
¡PUM!
Yui había levantado los puños y los había estampado contra la mesa de piedra, sin perder la afilada sonrisa. Estaba claro que no esperaba que Shanise se bajase los pantalones tan pronto ante Hanabi. Puede que ella fuera con buena voluntad, sí, y más si la fundamentaba sobre sus recuerdos con Shiona. Pero nada cambiaba lo sucedido en el estadio. Más valía... enterrarlo. Por ahora.
—Mirad. Ya llega el viejales. —Fue un murmullo. Casi un susurro. Un comentario divertido en voz baja.
Y allí llegaba Kenzou, acompañado por un pintoresco ANBU con una máscara de mariposa y por... alguien que no era Yubiwa.
—¡Oh, Kenzou! Hola. ¿Dónde te has dejado al de las cejas?
—Es un placer conocerla al fin en persona, Yui-dono. Shanise-san, hola de nuevo.
—Hola, Hanabi. Es curioso, ¿sabes? —contestó Yui apresuradamente, con una alegría impetuosa. Shanise le dirigió una mirada atemorizada de reojo—. No pensé que no te acordarías de mi.
»Ambos éramos bastante más jóvenes. Tú eras el pupilo preferido de Shiona. ¿Recuerdas aquella reunión? En tu villa. Creo que fue en el 197, porque yo acababa de cumplir 15 años.
»Nuestros kage se reuineron, no recuerdo qué trataban. ¿Recuerdas? Yo era esa niña, la otra guarda, la que le pidió el autógrafo. En medio de la reunión. Como ves, los protocolos nunca han ido mucho conmigo. Mi predecesor no se creía que me llevase tan bien con la Uzukage. ¿Sabes? Nos escribimos cartas regularmente hasta que me hice Arashikage.
»Ahora... soy yo la que no me creo que Uzushiogakure y Amegakure se lleven tan mal. ¿Intentemos que todo vaya rodado, eh, muchachito? Y tal vez podamos resolver nuestras diferencias en un sparring otro día. Sabía de qué pasta estaba hecha Shiona, pero a ti te tengo ganas.
Yui apretó los puños, apoyados sobre la mesa.
Shanise se aclaró la garganta.
—Antes de que Kenzou llegue, me gustaría comenzar pidiéndole disculpas, Hanabi-dono. Por mi comportamiento en el estadio.
El ANBU a la izquierda de Yui tembló, inquieto.
¡PUM!
Yui había levantado los puños y los había estampado contra la mesa de piedra, sin perder la afilada sonrisa. Estaba claro que no esperaba que Shanise se bajase los pantalones tan pronto ante Hanabi. Puede que ella fuera con buena voluntad, sí, y más si la fundamentaba sobre sus recuerdos con Shiona. Pero nada cambiaba lo sucedido en el estadio. Más valía... enterrarlo. Por ahora.
—Mirad. Ya llega el viejales. —Fue un murmullo. Casi un susurro. Un comentario divertido en voz baja.
Y allí llegaba Kenzou, acompañado por un pintoresco ANBU con una máscara de mariposa y por... alguien que no era Yubiwa.
—¡Oh, Kenzou! Hola. ¿Dónde te has dejado al de las cejas?