15/01/2019, 00:16
¿Cómo? ¿Qué Yui era aquella chiquilla que no paraba de ponerle ojitos a Shiona? ¡Las vueltas que daba la vida! Claro que se acordaba —cómo no hacerlo—, de tremenda falta de protocolo al interrumpir una reunión entre Kages por el mero hecho de pedir un autógrafo. Su lengua todavía le dolía de lo mucho que había tenido que mordérsela para no reírse.
Pero que la sonrisa afilada de ella y sus bonitos recuerdos de antaño no le hiciesen confiarse: Yui daba muestras de tener la estabilidad de un velero de papel en plena tormenta, y tan pronto te sacaba una anécdota entrañable como te empezaba a poner motes poco menos que despectivos y a retarte en duelo.
Estaba a punto de responderle, cuando Shanise intervino pidiendo disculpas por su comportamiento. Un buen gesto, aquel.
—Estábamos todos muy…
¡PUM!
—… nerviosos —terminó Hanabi, excusándola y aceptando las disculpas al mismo tiempo. Ni él, ni Katsudon o su ANBU parecieron inmutarse. Precisamente les había avisado de eso, antes de entrar. Si Yui era parecida a su segunda al mando, con el mismo carácter y tan iracunda, había previsto una reunión dura. Una en la que iba a tener que soportar muchas provocaciones, gritos y, aunque esperaba que no volviese a pasarle, incluso que le escupiesen en la cara.
Por ello, había sido muy específico en sus órdenes: mantener siempre la calma, no importaba el qué. Era su deber estar por encima de orgullos tontos y viejas rencillas.
Por su Villa.
Por la paz.
—Buenos días, Kenzou-dono —saludó, devolviendo la inclinación de cabeza. No le sorprendió que Yubiwa no estuviese junto a Kenzou. De hecho, esperaba que la respuesta suya a Yui fuese que estaba encerrado en el calabozo más más profundo y nauseabundo de Kusagakure.
O directamente muerto.
Pero que la sonrisa afilada de ella y sus bonitos recuerdos de antaño no le hiciesen confiarse: Yui daba muestras de tener la estabilidad de un velero de papel en plena tormenta, y tan pronto te sacaba una anécdota entrañable como te empezaba a poner motes poco menos que despectivos y a retarte en duelo.
Estaba a punto de responderle, cuando Shanise intervino pidiendo disculpas por su comportamiento. Un buen gesto, aquel.
—Estábamos todos muy…
¡PUM!
—… nerviosos —terminó Hanabi, excusándola y aceptando las disculpas al mismo tiempo. Ni él, ni Katsudon o su ANBU parecieron inmutarse. Precisamente les había avisado de eso, antes de entrar. Si Yui era parecida a su segunda al mando, con el mismo carácter y tan iracunda, había previsto una reunión dura. Una en la que iba a tener que soportar muchas provocaciones, gritos y, aunque esperaba que no volviese a pasarle, incluso que le escupiesen en la cara.
Por ello, había sido muy específico en sus órdenes: mantener siempre la calma, no importaba el qué. Era su deber estar por encima de orgullos tontos y viejas rencillas.
Por su Villa.
Por la paz.
—Buenos días, Kenzou-dono —saludó, devolviendo la inclinación de cabeza. No le sorprendió que Yubiwa no estuviese junto a Kenzou. De hecho, esperaba que la respuesta suya a Yui fuese que estaba encerrado en el calabozo más más profundo y nauseabundo de Kusagakure.
O directamente muerto.