15/01/2019, 18:51
(Última modificación: 15/01/2019, 19:11 por Uzumaki Eri. Editado 1 vez en total.)
Stuffy corrió por las concurridas calles de Los Herreros sin pararse ni un momento, mientras Nabi y Eri le seguían como podían, aunque Eri no tuvo dificultad en superar a Nabi mientras corría. Doblaron esquinas, recorrieron calles apartando a todos a su paso, y continuaron hasta que al final se encontraron en un callejón que desagradó a Eri nada más entrar: basura desperdigada por todo el lugar, botellas vacías en bolsas rotas, defecaciones y orina en rincones donde ni si quiera parecía que los perros querían utilizar..., tuvo que taparse ligeramente con su túnica para no marearse allí mismo, sin embargo, ni Nabi ni Stuffy parecieron inmutarse.
Stuffy incluso se zambulló en todo aquello.
Tras unos segundos donde Eri se planteaba la opción de no volver a ver al perro con vida si sobrevivía a aquel maloliente olor, de la montaña de basura emergió de nuevo el can, trayendo algo que estaban buscando.
Y que no era nada agradable.
El cadáver del yerno del peticionario se encontraba allí, únicamente vestido con la ropa interior.
—Al menos sabemos que no estaba con ellos.
—No sé si lo prefería si por esa razón hubiera seguido vivo —se lamentó ella, acuclillándose para divisar mejor el cuerpo del hombre o si delataba algo, pero no encontró más que lo evidente.
Estaba frío, helado; y los ojos no mostraban ningún signo de vida en ellos, pero no solo aquello corroboraría la muerte del hombre, no, el corte que nacía desde el hombro acababa en el pecho, casi cortándole el brazo en el proceso. Eri cerró los ojos por un momento, incapaz de imaginarse la escena que habría vivido el pobre hombre. Stuffy dejó el pie del cadáver y comenzó a olfatearlo.
—Sí que es bestia el arma, sí.
—No entiendo como alguien quiere tener un arma así de peligrosa colgada de algún lugar —puntualizó ella, levantándose—. Pero nos hemos vuelto a quedar sin pistas, genial —maldijo con tono sarcástico, luego se giró a Stuffy—. ¿Reconoces algún olor diferente del hombre o alguno que nos pueda llevar a otro sitio?
Luego se giró a Nabi.
—Deberíamos llevar el cadáver con su familia, quizá quieran darle un entierro digno —mencionó, echándole una última ojeada, luego realizó una secuencia de sellos y mantuvo el último, haciendo que el cuerpo se volviera una masa de chakra que se terminó por guardar en el guante de su mano derecha—. Llevémoslo a su familia y luego vamos a las minas...
Stuffy incluso se zambulló en todo aquello.
Tras unos segundos donde Eri se planteaba la opción de no volver a ver al perro con vida si sobrevivía a aquel maloliente olor, de la montaña de basura emergió de nuevo el can, trayendo algo que estaban buscando.
Y que no era nada agradable.
El cadáver del yerno del peticionario se encontraba allí, únicamente vestido con la ropa interior.
—Al menos sabemos que no estaba con ellos.
—No sé si lo prefería si por esa razón hubiera seguido vivo —se lamentó ella, acuclillándose para divisar mejor el cuerpo del hombre o si delataba algo, pero no encontró más que lo evidente.
Estaba frío, helado; y los ojos no mostraban ningún signo de vida en ellos, pero no solo aquello corroboraría la muerte del hombre, no, el corte que nacía desde el hombro acababa en el pecho, casi cortándole el brazo en el proceso. Eri cerró los ojos por un momento, incapaz de imaginarse la escena que habría vivido el pobre hombre. Stuffy dejó el pie del cadáver y comenzó a olfatearlo.
—Sí que es bestia el arma, sí.
—No entiendo como alguien quiere tener un arma así de peligrosa colgada de algún lugar —puntualizó ella, levantándose—. Pero nos hemos vuelto a quedar sin pistas, genial —maldijo con tono sarcástico, luego se giró a Stuffy—. ¿Reconoces algún olor diferente del hombre o alguno que nos pueda llevar a otro sitio?
Luego se giró a Nabi.
—Deberíamos llevar el cadáver con su familia, quizá quieran darle un entierro digno —mencionó, echándole una última ojeada, luego realizó una secuencia de sellos y mantuvo el último, haciendo que el cuerpo se volviera una masa de chakra que se terminó por guardar en el guante de su mano derecha—. Llevémoslo a su familia y luego vamos a las minas...