17/01/2019, 21:33
«¡FSUM!»
Y a medianoche, hubo un destello del color de la sangre frente a la celda de Kokuo y Ayame. A esas horas, las luces estaban apagadas. Fue sólo un momento, lo justo para despertar a la durmiente. Ahora, el silencio.
Rsss, rsss, el sonido de una silla arrastrándose.
¡BAM!
Algo húmedo y viscoso golpeó a Kokuo en toda la cara.
—Eso por pegarme en la cabeza, gilipollas —dijo Amedama Daruu, en la oscuridad—. ¡Espero que estes orgullosa! Ahora me han prohibido venir a verme y he tenido que recurrir a... esto.