18/01/2019, 01:42
Kaido, no obstante, permaneció solemne con las manos en los bolsillos. Tranquilo y risueño. Todo lo contrario a su interlocutor, que ya había encendido su fuero a través de los ojos, y buscaba por aquí y por allá a algún indicio de que aquello fuera, tal cuál la última vez; una emboscada.
—Umikiba… Kaido —respondió Datsue, y Kaido pudo saborear el desdeño con el que el Uchiha pronunciaba su nombre, que últimamente se estaba volviendo un compendio de sílabas indeseadas de gesticular por unos cuántos. Le torció la vista —le veía, aunque a la vez no, por precaución— y habló.
—Datsue-kun —soltó—. qué pasa, ¿no te alegras de verme? ¿a mí, tu viejo amigo amejin?
—Umikiba… Kaido —respondió Datsue, y Kaido pudo saborear el desdeño con el que el Uchiha pronunciaba su nombre, que últimamente se estaba volviendo un compendio de sílabas indeseadas de gesticular por unos cuántos. Le torció la vista —le veía, aunque a la vez no, por precaución— y habló.
—Datsue-kun —soltó—. qué pasa, ¿no te alegras de verme? ¿a mí, tu viejo amigo amejin?