19/01/2019, 00:02
Un largo silencio acompañó a las últimas palabras de Kokuō. No hubo respuesta, no inmediata. Y cuando el Bijū comenzaba a pensar que el chico se habría marchado de alguna manera, volvió a escuchar su voz.
—Ayame podría cederte el control voluntariamente a ratos —dijo—. Podríais vivir juntas. Lleváis quince años haciéndolo. Mejor eso que salir y arriesgarte a que otro humano te selle en un jarrón.
Un sonoro bostezo rompió sus palabras, pero antes de que Kokuō pudiera añadir nada, Daruu siguió hablando:
—Pero da igual. El sello va a ser revertido.
El Bijū exhaló un profundo gruñido.
—No te queda otra que averiguar por ti misma qué es lo que haremos. Y luego... —Daruu hizo una breve pausa antes de continuar— ...luego no nos quedará otra que averiguar por nosotros mismos qué harás tú con nosotros cuando te dejemos algo de resuello. No espero un agradecimiento, pero de verdad confío en no llevarme otra hostia en la cabeza. Eso sería genial.
Esta vez fue el turno de Kokuō para tardar en responder:
—No me gustan los conflictos, no haré nada a nadie si no lo merece —argumentó, aunque se tuvo que morder la lengua al momento—. Lo de antes... ha sido un error —admitió, con un hilo de voz. No llegó a disculparse abiertamente, pero estaba claro, por el tono de su voz, que le reconcomía la culpa—. Pero respóndame a una cosa, Daruu, ¿cuál es la diferencia con que sea yo la que le ceda el control a la señorita?
—Ayame podría cederte el control voluntariamente a ratos —dijo—. Podríais vivir juntas. Lleváis quince años haciéndolo. Mejor eso que salir y arriesgarte a que otro humano te selle en un jarrón.
Un sonoro bostezo rompió sus palabras, pero antes de que Kokuō pudiera añadir nada, Daruu siguió hablando:
—Pero da igual. El sello va a ser revertido.
El Bijū exhaló un profundo gruñido.
—No te queda otra que averiguar por ti misma qué es lo que haremos. Y luego... —Daruu hizo una breve pausa antes de continuar— ...luego no nos quedará otra que averiguar por nosotros mismos qué harás tú con nosotros cuando te dejemos algo de resuello. No espero un agradecimiento, pero de verdad confío en no llevarme otra hostia en la cabeza. Eso sería genial.
Esta vez fue el turno de Kokuō para tardar en responder:
—No me gustan los conflictos, no haré nada a nadie si no lo merece —argumentó, aunque se tuvo que morder la lengua al momento—. Lo de antes... ha sido un error —admitió, con un hilo de voz. No llegó a disculparse abiertamente, pero estaba claro, por el tono de su voz, que le reconcomía la culpa—. Pero respóndame a una cosa, Daruu, ¿cuál es la diferencia con que sea yo la que le ceda el control a la señorita?