19/01/2019, 13:05
(Última modificación: 19/01/2019, 13:06 por Aotsuki Ayame.)
Daruu volvió a tomarse su tiempo para pensar. De hecho, antes de que la respuesta llegara, Kokuō escuchó el familiar sonido de la banqueta colocándose en su sitio. Llegó a pensar que el chico se marcharía sin contestar, pero nuevamente se equivocaba:
—Pregúntaselo a Ayame, es su cuerpo, no el mío. Te sorprenderá.
Un ligero ¡¡Puff!! removió el aire, y, ahora sí, el Bijū volvió a quedarse a solas.
—¿Y bien, señorita? —preguntó en voz baja.
Kokuō torció el gesto y volvió a echarse en su cama. Antes de quedarse dormida estuvo dándole vueltas a todo aquello. ¿De verdad podía fiarse de la palabra de dos humanos? ¿De dos críos? Allí encerrada, sin posibilidad alguna de escapar, no le quedaría más remedio que hacerlo.
Ella, que se había negado en redondo a colaborar con los humanos.
Ella, que había rechazado la invitación de su hermano por su deseo de paz.
E, irónicamente, era ella la que ahora dependía de ellos.
«Más les vale no estar intentando engañarme.» Pensó para sí. «Más les vale... o perseguiré sus pesadillas todas y cada una de sus noches... Aprovecharé cada mínima debilidad para romper su cascarón... La haré perder el control hasta que su cuerpo no pueda soportarlo más... Y entonces volveré a ser libre de forma definitiva.»
—Pregúntaselo a Ayame, es su cuerpo, no el mío. Te sorprenderá.
Un ligero ¡¡Puff!! removió el aire, y, ahora sí, el Bijū volvió a quedarse a solas.
—¿Y bien, señorita? —preguntó en voz baja.
«Lo siento, pero tendrás que esperar a que salga de aquí para responderte. Desde aquí no puedo hacer nada.»
Kokuō torció el gesto y volvió a echarse en su cama. Antes de quedarse dormida estuvo dándole vueltas a todo aquello. ¿De verdad podía fiarse de la palabra de dos humanos? ¿De dos críos? Allí encerrada, sin posibilidad alguna de escapar, no le quedaría más remedio que hacerlo.
Ella, que se había negado en redondo a colaborar con los humanos.
Ella, que había rechazado la invitación de su hermano por su deseo de paz.
E, irónicamente, era ella la que ahora dependía de ellos.
«Más les vale no estar intentando engañarme.» Pensó para sí. «Más les vale... o perseguiré sus pesadillas todas y cada una de sus noches... Aprovecharé cada mínima debilidad para romper su cascarón... La haré perder el control hasta que su cuerpo no pueda soportarlo más... Y entonces volveré a ser libre de forma definitiva.»
«...»
«Las amenazas no eran necesarias. Kokuō, sabes que no sé mentir. Haré todo cuanto esté en mi mano por cumplir mi promesa.»
«Las amenazas no eran necesarias. Kokuō, sabes que no sé mentir. Haré todo cuanto esté en mi mano por cumplir mi promesa.»